Con 300 mil visitantes y $115 mil millones en ingresos, Santa Marta logró convertir la Fiesta del Mar 500 Años, en motor económico y cultural.
Con la Fiesta del Mar 500 Años, la ciudad trazó un nuevo horizonte económico y turístico, convirtiendo una tradición cultural en una plataforma de desarrollo urbano con cifras que superan cualquier antecedente reciente.
Más allá del colorido y el folclore, los resultados entregados por la administración distrital revelan que el evento dejó una huella estructural en la economía local, dinamizó sectores clave y proyectó a la ciudad como un polo turístico con retorno real sobre la inversión en cultura.
Más de 300 mil personas visitaron Santa Marta
Según cifras oficiales, más de 300 mil personas llegaron a la ciudad durante los días de celebración, marcando un récord histórico en movimiento de visitantes para Santa Marta.
Esa afluencia masiva no se dispersó de manera espontánea, sino que activó con precisión engranajes estratégicos del turismo, la gastronomía, el comercio, el transporte y la economía popular.
Se movieron más de 115 mil millones de pesos
El impacto, calculado en más de 115 mil millones de pesos, no se limita a lo simbólico o estacional: se trata de un efecto real en empleo, ingresos y reputación territorial.
El tráfico aéreo fue uno de los termómetros más visibles del fenómeno, pues por el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar se movilizaron 54.746 pasajeros, mientras que por la Terminal de Transportes lo hicieron 61.455 personas.
La conjunción de estos flujos revela una cobertura nacional diversa, y el dato más revelador aparece al indagar los motivos de viaje: el 40 % de los visitantes declaró que su decisión de venir a Santa Marta fue motivada exclusivamente por la Fiesta del Mar. La cultura, en este caso, funcionó como generador directo de atracción turística, sin necesidad de intermediaciones comerciales.
Ocupación hotelera por encima del 90%
Ese comportamiento tuvo un reflejo inmediato en la ocupación hotelera, que alcanzó picos del 95 % durante el clímax de la programación y mantuvo un promedio general del 83 % en toda la ciudad.
Para una ciudad cuya capacidad hotelera ha crecido en los últimos años, estos niveles de ocupación representan un desempeño sobresaliente. Lo más importante es que no se trató de un lleno desordenado, sino de un flujo sostenido que movió toda la cadena de valor del turismo formal e informal.
Al revisar el impacto por sectores, se evidencian dinámicas propias de un ecosistema económico articulado. Restaurantes, bares, transporte urbano, servicios turísticos, comercios, vendedores informales y emprendimientos culturales fueron actores protagonistas de una economía que circuló de manera amplia.
El caso de los emprendedores y artesanos es particularmente relevante: más de 350 participaron en ferias organizadas como el Santa Market, un espacio de exposición que funcionó no solo como vitrina comercial, sino como nodo de posicionamiento para la economía creativa local.
En paralelo, la participación de más de 1.500 artistas y gestores culturales en la programación refleja otro tipo de retorno: el social. No se trató de una cartelera cerrada para nombres reconocidos; por el contrario, la mayoría de los espectáculos y actividades priorizaron la inclusión de talentos locales, colectivos barriales, escuelas de formación y agrupaciones con trayectoria regional.
En términos económicos, esto significó ingresos para centenares de familias, pero en lo estructural, apuntó al fortalecimiento del ecosistema cultural de base.
Desde la Secretaría de Desarrollo Económico y Competitividad con nuestro Observatorio de Estudios Económicos, demostramos que Santa Marta puede y debe seguir apostándole al desarrollo basado en sus capacidades culturales y productivas. ⬇️ pic.twitter.com/K6mxOv6wj5
— Carlos Jaramillo Rios (@cjjaramillor) July 31, 2025
Fiesta del Mar 500 Años: Datos que llaman la atención
La Fiesta del Mar 500 Años duplicó el promedio histórico de visitantes en ediciones anteriores, también mostró una mejor distribución geográfica del turismo, ya que muchas de las actividades fueron descentralizadas hacia playas, barrios, centros culturales y plazas públicas, rompiendo la lógica de concentración exclusiva en el centro histórico o la zona hotelera. Esa descentralización amplió el radio de impacto económico y social.
La fiesta también funcionó como experimento urbano. Durante varios días, el centro histórico se convirtió en corredor cultural con múltiples escenarios activos y una ocupación constante del espacio público. Lo mismo ocurrió en playas como El Rodadero, Taganga y Bello Horizonte, que mantuvieron programación artística y presencia de turistas sin grandes alteraciones de orden público. Esta convivencia armónica entre turismo masivo y cultura comunitaria dejó una lección de gobernanza urbana que podría replicarse en otras ciudades del Caribe colombiano.
Lo ocurrido en la Fiesta del Mar 500 Años no responde solo a una buena organización. Obedece también a una estrategia de ciudad que decidió posicionarse desde su historia, sus símbolos y su gente. En momentos donde la economía nacional busca motores regionales para reactivarse, Santa Marta demostró que invertir en cultura puede tener un retorno tangible, medible y de gran impacto.
Los 115 mil millones en circulación, los más de 300 mil visitantes, el 95 % de ocupación hotelera, los miles de empleos temporales y la visibilización de cientos de artistas y emprendedores configuran una escena que supera cualquier balance administrativo. La ciudad no solo celebró; transformó su modo de relacionarse con el turismo, el mercado cultural y el desarrollo económico.
VER: Fiesta del Mar 2025