Home #YoEscribo Fallece José ‘Pepe’ Mujica a los 89 años: una vida de lucha, humildad y legado imborrable

Fallece José ‘Pepe’ Mujica a los 89 años: una vida de lucha, humildad y legado imborrable

por Álvaro Quintana Mendoza

El expresidente uruguayo, símbolo de la izquierda latinoamericana, murió tras una larga batalla contra el cáncer.

“No se trata de ser libre, se trata de ser feliz, y la libertad es para eso”. Con esta frase que repetía en foros internacionales y entrevistas, José “Pepe” Mujica resumía su filosofía de vida. Este 13 de mayo de 2025, a los 89 años, murió en Montevideo el expresidente uruguayo, dejando un legado imborrable de lucha, coherencia, humildad y compromiso con los más necesitados.

Su fallecimiento fue producto de un cáncer de esófago que le fue diagnosticado en abril de 2024 y que se extendió al hígado. En enero de este año, luego de más de 30 sesiones de radioterapia, decidió abandonar el tratamiento. No quería prolongar el sufrimiento. “Solo quiero que me dejen tranquilo”, dijo entonces, reafirmando su postura frente a la vida y la muerte: la serenidad antes que la heroicidad médica.

De la guerrilla a la presidencia

José Mujica nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, en el seno de una familia humilde. En su juventud, fue militante activo del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero de izquierda que surgió en los años 60.

Como miembro del movimiento, fue detenido y encarcelado en varias ocasiones. La más dura de todas fue durante la dictadura militar uruguaya (1973-1985), cuando permaneció 13 años en prisión, muchos de ellos en condiciones infrahumanas, encerrado en calabozos húmedos, aislado del mundo exterior y sin acceso regular a alimentos ni atención médica.

Cuando Uruguay recuperó la democracia en 1985, Mujica fue liberado y comenzó una nueva etapa en su vida: la política desde las instituciones. Se incorporó al Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda, y fue elegido diputado en 1994 y senador poco después. Entre 2005 y 2008 fue ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. En 2010 asumió la presidencia de Uruguay, cargo que ocupó hasta 2015.

Una presidencia transformadora

Durante su mandato, Mujica impulsó una serie de reformas que convirtieron a Uruguay en un país referente en derechos civiles. Legalizó el matrimonio igualitario, promovió la despenalización del aborto y reguló el consumo y cultivo de marihuana, siendo pionero a nivel mundial. Su gobierno también fortaleció políticas sociales como el Plan Juntos para vivienda, y fomentó la educación técnica con la creación de la Universidad Tecnológica del Uruguay.

Sin embargo, más allá de las leyes, su legado fue ético y simbólico. Mientras fue presidente, vivió en su pequeña finca a las afueras de Montevideo, sin escoltas ni lujos, acompañado de su esposa, la también exsenadora Lucía Topolansky, y su perra de tres patas, Manuela. Rechazó la residencia presidencial, manejaba un viejo Volkswagen Fusca y donaba el 90% de su salario mensual a causas sociales. “Con ese dinero tengo más que suficiente para vivir”, decía.

Un legado que trasciende ideologías

Pepe Mujica se volvió una figura respetada incluso por quienes no compartían sus posturas políticas. Era difícil acusarlo de hipocresía. Predicaba con el ejemplo, hablaba con sencillez, y mantenía los pies en la tierra. Denunció el consumismo desmedido, la corrupción del poder y la indiferencia de los líderes frente al sufrimiento humano. En foros internacionales como la ONU y el G20, sus discursos, lejos del protocolo, fueron lecciones de vida que aún circulan en redes sociales.

En 2020 se retiró de la vida política activa, renunciando al Senado por motivos de salud, pero nunca dejó de opinar. En sus últimos meses de vida, expresó su apoyo a Yamandú Orsi, quien terminaría ganando la presidencia uruguaya. Fue el actual mandatario quien confirmó su muerte: “Se fue el hombre que nos enseñó a no olvidar de dónde venimos”.

Un adiós sin adornos

Mujica no pidió homenajes, ni cortejos, ni monumentos. En vida, dejó claro que no creía en los cultos a la personalidad. Su velorio se realizó en la sede del Frente Amplio, rodeado de familiares, compañeros de lucha y ciudadanos comunes. “Quiero ser enterrado como cualquier cristiano”, dijo en una entrevista reciente. Y así fue.

Con su partida, América Latina pierde a uno de sus líderes más singulares. Su historia, que empezó con la lucha armada y terminó con discursos de paz, demostró que se puede cambiar el mundo sin cambiar los principios. Que se puede ser presidente sin dejar de ser pueblo.

Mujica se fue como vivió: sin ruido, sin protocolo, con la dignidad de quien nunca se rindió. Su voz, sus ideas y su ejemplo seguirán vivos mucho tiempo después de su partida.

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