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¿Qué le dejaría a Santa Marta la visita del Papa León XIV?

por Álvaro Quintana Mendoza
Petro invitó al papa León XIV a Colombia y mencionó a Santa Marta como parada clave. La ciudad se ilusiona con lo que podría significar esa visita de cara a los 500 años de la ciudad.

Petro invitó al papa León XIV a Santa Marta como parada clave. La ciudad se ilusiona con lo que podría significar esa visita.

El presidente Gustavo Petro volvió a sorprender, esta vez en Roma. Durante una audiencia privada con el papa León XIV, no solo entregó una carta para reforzar el respaldo de la Santa Sede a los procesos de paz en Colombia, sino que también lo invitó personalmente a visitar el país. Entre los destinos sugeridos, mencionó a Santa Marta, a la que llamó “el corazón del mundo”.

La invitación todavía no tiene respuesta oficial, pero en Santa Marta ya hay revuelo. La ciudad se aferra a esa posibilidad como un sueño plausible. ¿Qué significaría realmente que el sumo pontífice pusiera pie en una de las ciudades más antigua de América Latina? ¿Cómo cambiaría, aunque sea por un momento, el rumbo de una ciudad?

Más allá del protocolo diplomático y religioso, una visita papal tiene el poder de sacudirlo todo. Si el Vaticano acepta, el papa León XIV no solo vendría a oficiar una misa multitudinaria. Santa Marta se transformaría en escenario global, con cámaras del mundo apuntando hacia sus paisajes y también, inevitablemente, hacia sus contrastes.

Santa Marta abre las puertas al papa León XIV

El alcalde Carlos Pinedo, apenas conoció la noticia, no escondió su entusiasmo. Dijo que una visita del papa podría “fortalecer los lazos de la comunidad” y abrir puertas para “el desarrollo espiritual y social”. No es un mensaje menor en una ciudad con profundas raíces religiosas, donde la fe todavía mueve multitudes y donde la figura del papa es vista con respeto absoluto por creyentes de todas las edades.

Desde lo logístico, la llegada de un papa significaría una inversión monumental. Seguridad, escenarios, infraestructura y coordinación a gran escala. Santa Marta tendría que alistarse para una jornada que podría atraer a cientos de miles de personas. ¿Está la ciudad preparada? ¿Tiene la capacidad de alojar una peregrinación de semejante magnitud? Son preguntas válidas, pero al mismo tiempo, oportunidades de oro.

Porque una visita de ese nivel obliga al Estado a mirar lo que normalmente ignora. Si Santa Marta es elegida, se vuelve prioridad. Eso lo saben ciudades como Villavicencio, que en 2017 recibió al papa Francisco y vivió una transformación acelerada: nuevas vías, presencia de organismos nacionales y una renovada visibilidad internacional. Lo que para unos es solo una misa, para otros es una palanca de inversión.

Y está el componente simbólico. La Sierra Nevada, a pocos kilómetros de la ciudad, es considerada sagrada por los pueblos indígenas. La posible visita del papa León XIV coincidiría con un momento crítico para las comunidades ancestrales que habitan allí. Han denunciado abandono, violencia creciente y un “exterminio silencioso”. ¿Se atrevería el sumo pontífice a subir hasta los pueblos de la Línea Negra o reunirse con los mamos? Sería un gesto sin precedentes y una forma de amplificar el clamor de esos territorios invisibles para muchos gobiernos.

Además, Santa Marta guarda una relación especial con la fe católica. Fue tierra de evangelización desde el siglo XVI. En ella murió el Libertador Simón Bolívar, un personaje tan político como místico en sus últimos días. La ciudad se ha mantenido como un enclave de religiosidad popular, donde cada año la fiesta de la Virgen del Carmen, la Virgen del Mar o el Divino Niño movilizan a miles de feligreses. Una misa papal en el Estadio Sierra Nevada, recién terminado, podría ser el cierre perfecto de ese renacer religioso y cívico.

Pero no todo sería devoción. También se pondría en evidencia lo que duele. La falta de hospitales de alta complejidad, la educación deficiente en zonas rurales, el desempleo, la crisis de seguridad en barrios como María Eugenia o 11 de Noviembre. Un papa que visita no solo bendice, también escucha. Y a veces, denuncia. Si León XIV decide venir, tendrá que saber que Santa Marta no solo es Caribe, turismo y atardeceres. También es llanto contenido, promesas rotas y esperanzas renovadas cada tanto.

Petro, fiel a su estilo, lo propuso con una mezcla de ideología y simbolismo. Mencionó a Santa Marta como una parada espiritual en un país fracturado. Habló de paz, de puentes de diálogo y de los más vulnerables. El gesto fue político, pero también emocional. Y aunque no es seguro que el papa acepte, el simple hecho de que haya sido invitado abre un debate profundo: ¿Qué necesita Santa Marta para merecer una visita así?

Tal vez no se trate de que el papa le dé algo a Santa Marta, sino de que Santa Marta pueda mostrarle al mundo lo que tiene por ofrecer, pero también lo que necesita. Una visita papal no soluciona problemas de raíz, pero puede encender reflectores donde siempre ha habido sombra.

Ahora queda esperar. Mientras tanto, la ciudad se prepara como quien limpia la casa por si llega una visita importante. Porque si el papa León XIV toca su suelo, por unas horas Santa Marta será el centro del mundo. Literalmente.

VER: Habemus Papam: Robert Prevost, el Papa con alma andina que guía al Vaticano

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