Los nombres de las calles nos cuentan mucho sobre la historia y cultura de la Santa Marta caracterizada por sus mercados, viaductos, calabozos y mansiones.
Muy difícilmente exista un punto en la región Caribe con más riqueza histórica y cultural que Santa Marta; una ciudad que esconde su historia bajo números.
Números que sirven para descifrar las calles que, en tiempos pasados, se referenciaban de forma diferente y se consagraron como el corazón de la ciudad.
Pese a que hoy está plagada de bares, restaurantes y oficinas; hay un testimonio vivo que se consagra bajo sus paredes. Cientos de historias que vienen a conocer los visitantes.
Mercados, canales de agua, hogares de la élite criolla-española y hasta una cárcel; estuvieron a principios del siglo XVII ubicadas en el mismo Centro Histórico.
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CIUDAD COMERCIAL
Poco es el material documental que refleje el nacimiento de esta ciudad, como ‘Fiestas, faustos y duelo’ del sociólogo samario, Edgar Rey Sinning.
Que muestra la esencia de una ciudad puerto, que en Cangrejal y Cangrejalito, hoy calles 10c y 10b; vendía lo mejor de lo importado, y el más fresco pescado.
Hoy, estos corredores conservan su espíritu comercial, con almacenes de zapatos y hostales. Convirtiéndose al día, en el punto límite del Centro Histórico.
Que según los planos que reposan en las curadurías locales, inicia en la calle 10 hasta la 22; y desde la Carrera Primera hasta la Avenida del Ferrocarril.
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CIUDAD FERVOROSA
Es imposible hablar de ‘La Samaria’ sin hacer mención del fervor católico, una consecuencia innegable y permanente de la colonización española en el territorio.
Que dejó, a la calle 16 bautizada como Santo Domingo, en honor al fundador de la Orden de los Dominicos, vital en la cultura religiosa de la ciudad.
Pues los profesantes de esta orden, evangelizadora por excelencia, fueron quienes lideraban las profesiones que salían desde la Iglesia San Francisco.
Y que fue la base, para bautizar a la calle 12, como la Calle de la Iglesia Mayor; una de las más amplias y más importantes de la época.
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CIUDAD DE CIENCIA
A diferencia de las penurias que hoy afrontamos los samarios para el abastecimiento de agua, los españoles de la época tenían este problema solucionado.
A través de la construcción de unos canales de agua, conocidos como acequia, que conducía el preciado líquido desde la calle 15 hasta la calle 18.
Bautizando a estas vías, como la Calle del Pozo y Calle de las Acequias; siendo estas el punto de almacenamiento del agua sacada desde el río Manzanares.
¡Pero sólo lo usaban los españoles! Nada de ser llevada a la Calle del Cuartel, donde hoy se erige la Alcaldía y que antes contenía a criminales en calabozos.
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