El nombre de Rafael Noya desata pasiones, suspicacias y estrategias. Noya es un jugador que conoce el ajedrez político del Magdalena.
Lo único cierto es que la decisión del Consejo de Estado de anular la elección de Rafael Martínez por doble militancia reconfigura todo el panorama. La caída del alfil caicedista deja vacante una plaza clave: la Gobernación del Magdalena, bastión de la izquierda en el Caribe.
En ese contexto, el nombre de Rafael Noya García, comienza a sonar como una posibilidad real de liderazgo desde el progresismo, pero fuera del control de Caicedo. El movimiento de fichas ya empezó, y en un departamento donde el voto de izquierda es mayoritario -por ahora-, la disputa no será contra la derecha, sino entre dos corrientes con una historia común: el caicedismo y el petrismo.
Con una base de más de 300 mil votos logrados por Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial, el Magdalena representa una ficha clave para el Pacto Histórico. Pero esa fortaleza fue producto de la alianza entre el petrismo y Fuerza Ciudadana. Hoy, con esa alianza visiblemente deteriorada, el riesgo de fractura electoral es inminente. La pregunta es inevitable: ¿se atreverá Petro a jugar con un nombre que Caicedo considera traidor?
La historia del Magdalena reciente ha estado marcada por esta polarización interna. El caicedismo, con su estructura territorial firme, ha logrado hegemonía en las elecciones locales, mientras que el petrismo ha ganado influencia desde la presidencia. La caída de Martínez no solo libera un cargo, sino que abre una guerra fratricida entre dos visiones de la izquierda.
Perfil de Rafael Noya: entre la rebeldía y la ambición
Rafael Noya García es abogado, nacido en Santa Marta, y tiene un largo recorrido en la política local. Inició en las filas del MAIS, logrando una curul en la Asamblea Departamental. Posteriormente fue acogido por Fuerza Ciudadana, movimiento en el que se consolidó como uno de sus rostros emergentes. Sin embargo, las diferencias internas y los choques con la dirección del movimiento lo llevaron a alejarse.
Su ruptura con Fuerza Ciudadana fue escandalosa. Acusó al movimiento de operar como una “secta política” donde las decisiones se toman de forma vertical, sin espacio para la disidencia. Por su parte, el caicedismo lo señaló de oportunista, y se abrió un proceso para quitarle su curul en la Asamblea.
En paralelo, se anunciaron denuncias penales en su contra por presuntos delitos de peculado y falsedad ideológica. No obstante, Rafael Noya ha mantenido su discurso y su agenda, consolidando un nuevo camino desde la base del petrismo.
En su nueva etapa, ha fundado el colectivo “Con autonomía y sin permiso”, con el que ha iniciado acercamientos con ministros, congresistas y dirigentes del Pacto Histórico. Estuvo presente en reuniones clave como el ‘Encuentro por la Unidad del Pacto Histórico Magdalena’, dejando clara su intención: ser el candidato de Petro en las elecciones atípicas.
“Estamos listos para ser gobernador, estamos preparados”, dijo en una carta enviada al Pacto. Una frase que no es fortuita: busca ser leída directamente por Gustavo Petro. La autoproclamación como alternativo progresista no es menor. En un contexto de crisis institucional, Noya quiere representar un modelo de gobernanza más incluyente, sin las ataduras de una estructura política cerrada.
Noya es un político atípico: con discurso audaz, fuerte, en algunos casos estridente y dispuesto a enfrentar a quienes hasta hace poco lo promovían. En sus intervenciones, insiste en hablar de territorio, autonomía y cambio de estilo. No es un tecnócrata, pero sabe de política. Y lo que propone es una “nueva izquierda caribeña”, sin liderazgos mesiánicos ni órdenes verticales. Eso incomoda.
Petro y Caicedo: dos líderes, una tensión permanente
Gustavo Petro y Carlos Caicedo han compartido trincheras políticas, pero también diferencias marcadas. Aunque ambos provienen de la izquierda alternativa, sus estilos y objetivos han chocado en varias ocasiones. Caicedo es un líder territorial, acostumbrado a la disciplina de partido. Petro, un líder nacional que privilegia alianzas más amplias y estrategias con mayor autonomía.
El desencuentro entre ambos tiene raíces profundas. Petro ha cuestionado en privado el estilo excluyente del caicedismo. Le preocupa que su imagen presidencial termine asociada a escándalos o estructuras cerradas. Caicedo, por su parte, ve en Petro una figura centralizadora que no respeta los liderazgos regionales. Su ruptura no es oficial, pero es real. Y la candidatura de Noya podría ser el punto de no retorno.
Para Petro, respaldar a Rafael Noya podría significar abrir una nueva era de liderazgos progresistas en el Caribe. No depender más de viejos aliados, sino construir una red propia. Pero también implica desafiar a una maquinaria fuerte, que controla alcaldías, asambleas y sindicatos en la región. Es una apuesta alta, de futuro.
Noya, el puente que Petro necesita
El Magdalena atraviesa una crisis de gobernabilidad. Las relaciones entre alcaldes municipales y la Gobernación están fracturadas. Las demandas por proyectos, obras y articulación con el Gobierno Nacional no encuentran eco en una administración departamental encerrada en su propio partido. En este escenario, Rafael Noya se ofrece como “el puente” entre las necesidades locales y las decisiones nacionales.
Con un tono que mezcla estrategia y realismo, Noya afirma tener el “cuero duro” para asumir ese rol. Su objetivo es construir una candidatura amplia que no dependa de la obediencia a Caicedo, sino del respaldo de Petro y de las bases sociales del Magdalena. Su mensaje es claro: “no le temo a lo que diga Fuerza Ciudadana”.
La narrativa de Noya busca representar el sentir de muchas regiones que se sienten excluidas del centralismo local. Desde el sur del departamento hasta la zona bananera, hay alcaldes, concejales y liderazgos sociales que han expresado su inconformidad con el modelo de gobernanza actual. Noya los escucha, les promete articulación con el Gobierno Nacional y, sobre todo, protagonismo.
En #Ciénaga iremos casa a casa a hacer pedagogía sobre la #ConsultaPopular porque necesitamos que el pueblo conozca y apruebe la #ReformaLaboral.
— Rafael Noya (@rafaelnoyag) May 7, 2025
Gracias a los directivos de la @ColombiaHumana_ del municipio por la invitación y el compromiso con la aprobación de la consulta. pic.twitter.com/rwCbGkYUVi
Dos bendiciones, un solo trono
La batalla está planteada. Las elecciones atípicas por la Gobernación del Magdalena tendrán dos grandes protagonistas: el candidato que elija Gustavo Petro y el que imponga Carlos Caicedo. Si los dos sectores no llegan a un acuerdo, los votos de la izquierda se dividirán y podrían perderlo todo.
Rafael Noya, samario como Santa Marta, podría convertirse en el “dos veces ungido” de la izquierda. Primero como ficha del caicedismo y ahora como apuesta del petrismo. Sería la versión costeña de lo que Petro intenta hacer en otros departamentos: consolidar un liderazgo propio, más allá de sus antiguos aliados.
Si miramos un escenario electoral Rafael Noya intentaría sumar apoyos desde las bases, desde los inconformes con Caicedo, desde los alcaldes que se sienten aislados. Construir una narrativa de unidad, progreso y autonomía. Y ofrecerle a Petro un canal directo hacia el Magdalena, sin filtros ni intermediarios.
Pero, también será observado con lupa. Sus denuncias pendientes, su pasado en Fuerza Ciudadana, sus alianzas recientes, todo será analizado por quienes no lo quieren ver ascender. A Noya le tocará demostrar que su independencia no es traición, sino evolución.
Epílogo: la jugada de fondo
En el fondo, esta disputa no es solo por una gobernación. Es por el futuro de la izquierda en el Caribe. Por el poder territorial que necesita Petro para consolidar su agenda de reformas. Por la capacidad de los movimientos sociales de sobrevivir a sus propios liderazgos.
Rafael Noya es consciente de lo que está en juego. Se mueve con discreción, pero con firmeza. Sabe que el respaldo de Petro podría convertirlo en gobernador. Pero también sabe que sin una base amplia, sin alianzas reales, no podrá resistir el embate del caicedismo.
Si logra la bendición de Petro, Noya tendrá que demostrar que puede unir a un Magdalena herido, polarizado y cansado de los mismos conflictos. Si no la logra, será otro intento frustrado de rebelión regional. Pero el solo hecho de que su nombre hoy suene en Palacio, ya dice mucho de la crisis y del reacomodo que vive la izquierda en el Caribe colombiano.
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