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¿Rebose en EBAR Norte revela fallos bajo gestión de Isis Navarro Cera?

Por María José Bolaños
La crisis de la EBAR Norte es, sin duda, un llamado de atención para Isis Margarita Navarro Cera.

Falta de previsión en Essmar: crisis de aguas residuales y responsabilidad de la agente Especial Interventora Isis Margarita Navarro Cera.

La Empresa de Servicios Públicos del Distrito de Santa Marta -Essmar E.S.P.- se encuentra en el centro de una grave crisis que ha puesto en jaque la infraestructura sanitaria de la ciudad. El colapso de la Estación de Bombeo de Aguas Residuales (EBAR Norte) ha generado desbordamientos de aguas residuales, afectando a sectores como Bellavista, Los Cocos, el Centro Histórico y Pescaíto.

Esta situación no solo ha creado un peligro latente para la salud pública, sino que también ha evidenciado serias falencias en la capacidad de respuesta y planificación de la entidad, la cual actualmente se encuentra bajo la intervención de la Superintendencia de Servicios Públicos, liderada por la agente especial Isis Margarita Navarro Cera. La emergencia ha encendido las alarmas, llevando a preguntarse si hubo una adecuada previsión frente a la situación, o si, como muchos señalan, se ha caído en la negligencia.

La situación actual: una emergencia fuera de control

El colapso de la EBAR Norte, provocado por una combinación de lluvias intensas y el excesivo flujo de aguas residuales, ha dejado al descubierto una grave falta de previsión en la gestión de la infraestructura de alcantarillado de Santa Marta. El sistema, incapaz de manejar la carga hídrica, colapsó a casi el 70 % de su capacidad operativa. La intervención inmediata por parte del equipo especializado de Essmar, aunque efectiva para mitigar los efectos más adversos, no ha logrado apaciguar las críticas de diversos sectores que ven en este incidente una muestra palpable de la falta de anticipación y planeación adecuada.

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El Plan de Emergencia y Contingencia (PEC) fue activado de manera permanente, declarando alerta roja en varios sectores clave de la ciudad. Sin embargo, más allá de la respuesta inmediata, la pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿por qué Essmar no anticipó este problema? La situación era predecible, considerando el incremento de las lluvias y la evidente incapacidad del sistema de alcantarillado para gestionar estos picos de flujo. A lo largo de los años, Santa Marta ha sufrido por la falta de un sistema adecuado de alcantarillado pluvial, lo cual sigue afectando negativamente el manejo de aguas residuales. Esta es una realidad que los residentes han padecido por mucho tiempo, y que ahora, bajo la intervención de la Superintendencia, recae directamente sobre Isis Margarita Navarro Cera.

Responsabilidad de Isis Margarita Navarro Cera en la Essmar

Isis Margarita Navarro Cera asumió la dirección de Essmar como agente especial interventora bajo el mandato de la Superintendencia de Servicios Públicos, con el propósito de estabilizar y mejorar la gestión de una empresa que, hasta su intervención, enfrentaba una serie de deficiencias financieras y operativas. Sin embargo, la crisis reciente ha generado fuertes críticas hacia su gestión, ya que el colapso en la EBAR Norte evidencia un fallo en la previsión de riesgos y la implementación de mejoras estructurales.

A pesar de las gestiones adelantadas por Navarro Cera, como la obtención de cerca de 31.000 millones de pesos del Ministerio de Vivienda y la inyección de recursos por parte de la Superintendencia para atender emergencias, los resultados aún no se reflejan en una mejora palpable para la comunidad. Si bien la emergencia reciente ha sido atribuida a factores externos como las lluvias, la falta de mantenimiento adecuado, la inexistencia de un sistema de alcantarillado pluvial y la ausencia de obras preventivas apuntan a una gestión que no ha sabido responder con la agilidad que las circunstancias demandan.

La intervención de Essmar, que se pensaba como una solución para resolver las deficiencias operativas de la empresa, parece haber caído en los mismos errores que se buscaba corregir. Los habitantes de Santa Marta han sido testigos de una serie de promesas incumplidas y acciones tardías que, en lugar de mejorar la situación, la han empeorado. La superintendencia, al nombrar a Navarro Cera, esperaba que su experiencia aportara un cambio sustancial en la gestión de servicios públicos. No obstante, la crisis de la EBAR Norte sugiere que los problemas estructurales de Essmar no han sido abordados con la celeridad necesaria.

Antecedentes y falta de inversión en infraestructura

Para entender completamente el alcance de esta crisis, es crucial revisar el historial de Essmar y su gestión de los sistemas de alcantarillado y agua potable en Santa Marta. Durante años, los sistemas han operado al borde de su capacidad, con una infraestructura envejecida y escasa inversión en su modernización. La falta de un sistema de alcantarillado pluvial, como ya se mencionó, ha exacerbado la situación, ya que las aguas lluvias terminan en la red de alcantarillado sanitario, sobrecargando el sistema y provocando colapsos como el de la EBAR Norte.

En el pasado, diversas administraciones locales han intentado abordar este problema a través de proyectos de inversión que, lamentablemente, no han prosperado o no han sido implementados de manera eficiente. La llegada de la Superintendencia, con la intervención de Essmar, trajo la esperanza de que, finalmente, estos problemas estructurales serían corregidos. Sin embargo, el retraso en la ejecución de las obras, la falta de coordinación interinstitucional y la burocracia han generado nuevos obstáculos para la gestión de la crisis actual.

En particular, la ciudad ha experimentado un crecimiento poblacional importante en los últimos años, lo que ha incrementado la demanda sobre los servicios públicos. Este incremento no ha sido acompañado por una expansión proporcional de la infraestructura, lo que ha generado cuellos de botella en la prestación de servicios esenciales como el agua potable y el alcantarillado. Para muchos, esta crisis era previsible, y la falta de previsión por parte de las autoridades competentes ha sido una constante.

Posibles consecuencias de salud pública

El desbordamiento de aguas residuales no solo representa un problema ambiental, sino que también constituye una amenaza significativa para la salud pública. Las aguas residuales contienen una amplia variedad de agentes patógenos que pueden provocar enfermedades infecciosas, especialmente en áreas vulnerables como Bellavista y Pescaíto, donde la infraestructura sanitaria es insuficiente y las condiciones de vida de muchos habitantes agravan la exposición a riesgos sanitarios.

Las autoridades locales, encabezadas por la Oficina de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (Ogricc), han solicitado la intervención del Gobierno Nacional para que se agilicen los trámites necesarios y se concrete el convenio de acuerdo con la Declaratoria de Calamidad Pública. No obstante, este tipo de emergencias debería haber sido previsto con antelación, evitando que la ciudad llegara a este punto crítico.

El impacto en la salud pública puede ser devastador si no se toman medidas inmediatas para contener la situación. Las enfermedades gastrointestinales, las infecciones dérmicas y otros problemas relacionados con la exposición a aguas contaminadas podrían aumentar exponencialmente en las próximas semanas si no se restablecen las condiciones normales de operación de la EBAR Norte.

VER: Declaran calamidad pública por emergencia en la EBAR Norte 

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