En tan solo un año, la ciudad redujo su pobreza monetaria del 41.5 % al 37.9 %, un avance que representa que cerca de 17.000 personas dejaron atrás esta condición.
Santa Marta avanza con pasos firmes hacia un modelo de desarrollo más inclusivo. Según el más reciente informe del DANE, la ciudad redujo su índice de pobreza monetaria del 41.5 % en 2023 al 37.9 % en 2024, lo que representa una disminución de 3.6 puntos porcentuales.
Este avance la posiciona como la tercera capital de la región Caribe con mayor reducción en este indicador y, sobre todo, significa que alrededor de 17.000 samarios dejaron atrás la pobreza monetaria en solo un año, ampliando sus posibilidades de acceder a bienes y servicios esenciales.
Esta mejora es el resultado de un trabajo articulado entre la administración distrital, el sector productivo y la ciudadanía. La meta no ha sido solo mejorar cifras, también transformar realidades: que las familias tengan más ingresos, que la desigualdad disminuya y que las oportunidades lleguen a todos los sectores de la ciudad.
En ese sentido, el coeficiente de Gini —que mide la distribución del ingreso— también registró un avance, pasando de 0.494 en 2023 a 0.481 en 2024, reflejando una ciudad donde el crecimiento económico se reparte de manera más equitativa.
El alcalde Carlos Pinedo Cuello ha insistido en que reducir la pobreza y cerrar brechas sociales es un compromiso diario que requiere de estrategias sostenidas y medibles. Bajo su administración, se han desplegado programas que integran empleo, emprendimiento, inclusión social e inversión en capital humano, con un enfoque que busca no solo aliviar las carencias inmediatas, sino sentar las bases para un crecimiento sostenido.
1. Ruta 500+: hoja de ruta para un desarrollo progresivo
La estrategia Ruta 500+ se ha convertido en el eje articulador de las políticas de empleo, emprendimiento e inclusión social. Este plan no solo traza metas a corto plazo, sino que proyecta una disminución sostenida de la pobreza y la desigualdad en el marco de los 500 años de la ciudad, integrando acciones sectoriales en un mismo enfoque de desarrollo.
2. Agencia Pública Distrital de Empleo: puente hacia la formalidad
Uno de los factores que alimenta la pobreza es la informalidad laboral. La Agencia Pública Distrital de Empleo conecta a buscadores de trabajo con oportunidades formales, reduciendo barreras y garantizando ingresos estables. A través de esta plataforma, se han vinculado cientos de personas al mercado laboral, mejorando sus condiciones de vida y las de sus familias.
3. Emprendimiento contra la pobreza
La administración ha impulsado programas específicos para mujeres, jóvenes y víctimas del conflicto armado, proporcionando capacitación, capital semilla y asesoría técnica. Estos emprendimientos no solo generan ingresos directos, sino que también dinamizan la economía local y fortalecen la independencia económica de sectores históricamente excluidos.
4. Alianzas público–privadas en beneficio de la comunidad
La reducción de la pobreza en Santa Marta ha contado con el respaldo del sector privado y los gremios productivos, que han participado en proyectos de generación de empleo, formación técnica y responsabilidad social. Esta cooperación ha permitido ampliar el alcance de las políticas públicas y multiplicar su impacto.
5. Plan de Desarrollo “Santa Marta 500+”: visión integral
El Plan de Desarrollo Distrital “Santa Marta 500+” combina inversión social, formación laboral, fortalecimiento empresarial y reducción de la pobreza extrema —que actualmente se ubica en 13,1 %—. Este enfoque integral busca que las mejoras en los indicadores se sostengan en el tiempo y que el crecimiento sea verdaderamente inclusivo.
6. Avances en equidad de ingresos
La baja en el coeficiente de Gini de 0,494 a 0,481 es una señal clara de que las políticas de redistribución están funcionando. No se trata solo de crear empleo, sino de que los beneficios del desarrollo lleguen a más hogares y reduzcan las brechas que separan a los más vulnerables del resto de la población.
El caso de Santa Marta demuestra que, con planificación y alianzas estratégicas, es posible generar cambios significativos en poco tiempo. Sin embargo, el reto continúa: la pobreza extrema aún afecta a más del 13 % de la población, lo que exige mantener e incluso ampliar las políticas actuales.
Para los próximos años, la clave estará en reforzar la formación de capital humano, fortalecer los circuitos productivos locales y garantizar que las inversiones públicas se traduzcan en oportunidades reales para todos. Si se mantiene el ritmo de reducción registrado entre 2023 y 2024, la ciudad podría consolidarse como un referente de desarrollo inclusivo en el Caribe colombiano.