Un estadounidense que vive en Santa Marta nos contó cómo ve la victoria de Tump en la elección presidencial de su país.
En las playas doradas de El Rodadero, con el sol del Caribe como testigo y la brisa marina acariciando cada rincón de su hogar, vive Hunter McGiveney. A sus 29 años, este hombre nacido en Kentucky encontró en Santa Marta un nuevo hogar hace ya más de cinco años.
Dejando atrás los campos verdes y las colinas de su estado natal, Hunter se mudó a la capital del Magdalena, movido por el amor a su esposa colombiana, una mujer de Armenia con la que comparte su vida.
Esta mezcla de culturas y experiencias ha creado un hogar vibrante, donde los recuerdos de Estados Unidos conviven en armonía con las tradiciones colombianas.
Sin embargo, a pesar de este cambio de vida, si hay algo que sigue firme en Hunter es su identidad como estadounidense y sus creencias.
Trump y el sueño americano
Para Hunter, ser republicano no es solo una etiqueta ni una elección momentánea; representa una clara visión de lo que, según él, hizo a Estados Unidos un país fuerte y próspero.
En su perspectiva, el partido republicano apoya y respeta los intereses de los ciudadanos comunes, aquellos que trabajan cada día para construir su vida y que, con esfuerzo, sueñan alcanzar el ideal del «sueño americano».
Trump, en su opinión, encarna esa idea de un Estados Unidos próspero, con un sistema económico y social sólido que permite a todos avanzar y alcanzar sus metas sin excesiva interferencia.
«Trump quiere mantener las estructuras que hicieron a Estados Unidos exitosamente. Estoy convencido de que esto ayudará a mejorar la economía, sobre todo para la gente común», comenta, con una sonrisa de satisfacción.
Desde Santa Marta, Hunter sigue con atención los temas económicos de su país y siente que la administración republicana puede devolver la estabilidad que, a su juicio, necesita la nación.
Migración a la vuelta de la esquina
El tema de la migración le toca especialmente de cerca. Pues vive con una colombiana, muy lejos de su natal hogar, pero, además, se encuentra a la espera de cumplir con todos los requisitos legales para ser tenido en cuenta como un ciudadano colombiano más.
Hunter, que conoce de primera mano los desafíos y esperas de este proceso cree firmemente en que la migración debe ser ordenada y legal, de manera que tanto el país como los inmigrantes puedan beneficiarse mutuamente.
“Quiero que la gente llegue a Estados Unidos de forma legal y en orden”, afirma. Su perspectiva está marcada por sus años de trabajo en Texas, donde ayudó a migrantes a encontrar una vivienda adecuada para comenzar su nueva vida en el país.
Hunter recuerda las historias de aquellos recién llegados, muchos de ellos con esperanzas y sueños, pero enfrentando limitaciones y barreras por su situación legal irregular. Según él, la migración ilegal no solo es peligrosa, sino que también pone una presión extra sobre el sistema de ayuda, el cual tiene recursos limitados.
“Cerrar las fronteras no es excluir a la gente, sino asegurar que puedan integrarse de manera adecuada”, explica, seguro de que este enfoque es el más beneficioso a largo plazo tanto para los migrantes como para el país que los albergue, por eso para él Trump tendrá lo necesario para ponerle un freno a esta problemática.
Hunter observa con una perspectiva crítica y personal la situación de la frontera de Estados Unidos. Trabajó durante un tiempo en una empresa que recibía y ayudaba a migrantes, y allí comprendió la importancia de un sistema de migración ordenado.
Cree que, con una estructura clara y unas fronteras seguras, el país podría recibir a los inmigrantes legales y brindarles una base sólida desde la cual construir sus vidas.
Aunque algunos podrían pensar que su postura es rígida, él lo ve como una forma de proteger el orden y el bienestar de su país natal, y de asegurar que quienes lleguen a Estados Unidos puedan prosperar sin mayores trabas. “Veo que muchos llegan sin documentos y encuentran ayuda, pero esta es limitada. No podemos ayudar a todos sin un orden”, comenta.
A pesar de la distancia y de los cambios en su vida, Hunter siente que los lazos entre Estados Unidos y Colombia seguirán firmes y que la victoria de Trump podría, en sus palabras, fortalecer aún más esa relación. “Mi instinto me dice que vamos a mantener una buena relación con Colombia”, reflexiona. Para él, la amistad entre ambas naciones es un puente que debería mantenerse sólido y, aunque puedan surgir ajustes en las políticas, está seguro de que ambos países continuarán colaborando en temas económicos, de seguridad y de intercambio cultural.
Este vínculo, según Hunter, beneficia tanto a su país de origen como a su país adoptivo, y confía en que la administración republicana valorará esta alianza. “Somos aliados y eso es algo fuerte”, asegura.
Mientras espera la llegada de su primer hijo y se adapta a la vida junto al mar en El Rodadero, Hunter McGiveney vive una vida de contrastes.
En su hogar se mezclan la esperanza de un futuro próspero para Estados Unidos y su amor por Colombia, donde ha encontrado paz y una familia que crece.
Con la victoria republicana, Hunter sueña con un país donde el sueño americano y el amor por el orden se mantienen vivos, y desde su rincón en Santa Marta, confía en que ambos países puedan crecer juntos, en armonía y respeto.
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