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Los 400 años de Plato tendrán alcance nacional gracias a Ley de la República

por Álvaro Quintana Mendoza
Con una ley histórica, Plato se proyecta al país no solo como un pueblo de 400 años, sino como un territorio vivo que transforma su memoria en desarrollo y su identidad en futuro.

Con una ley histórica, Plato se proyecta al país no solo como un pueblo de 400 años, sino como un territorio que transforma su memoria..

Plato no pidió permiso para existir, lo hizo desde 1626 a la orilla del río, desafiando los siglos. Y hoy, casi cuatro siglos después, deja de estar en los márgenes del relato nacional para entrar por la puerta grande de la historia oficial.

El Congreso de la República aprobó la Ley de Conmemoración de los 400 años de su fundación, y con ese acto, el municipio más antiguo del Magdalena medio se convierte en protagonista de un nuevo capítulo: uno que combina memoria, gestión y esperanza.

Esta Ley es el resultado de una lucha política, jurídica y territorial que encabezó el senador Carlos Mario Farelo Daza, quien desde el Congreso impulsó el Proyecto de Ley 238 de 2024 Senado – 473 de 2024 Cámara, con el que logró que la Nación se asociara oficialmente a la celebración del cuatricentenario de Plato. El proyecto fue aprobado en último debate, y hoy ya es norma de la República.

Esa aprobación marca un antes y un después, porque lo que parecía una fecha lejana, los 400 años en 2026, se transformó en una oportunidad concreta para gestionar recursos nacionales, diseñar una agenda de celebraciones ambiciosa y utilizar la conmemoración como herramienta de desarrollo social, cultural y económico.

Para los plateños, este momento es mucho más que una efeméride, es un reconocimiento largamente esperado a su historia, a su legado, a su aporte al Magdalena y al país, pero también es la posibilidad de que el Estado invierta con sentido en una comunidad que ha sabido sostener su identidad desde el arte, la música, el río y el trabajo comunitario.

La ley permite, por primera vez, que Plato piense su historia como plataforma y que desde ella se construyan rutas culturales, proyectos de infraestructura, espacios de formación artística, estrategias de turismo histórico, homenajes al patrimonio local, e incluso transformaciones institucionales. No es exagerado decir que lo que se haga con esta Ley en los próximos dos años definirá el siglo XXI para el municipio.

El senador Farelo, que creció cerca de estas realidades, supo interpretar con sensibilidad política lo que significaba para su gente que el país entero reconociera a Plato como cuna viva de historia. Su esfuerzo fue más allá del trámite legislativo, pues logró tejer alianzas, insistir en medio de otras prioridades nacionales, explicar por qué este aniversario no podía ser ignorado. Hoy, esa visión se convierte en hoja de ruta, y cada habitante del municipio tiene un lugar en ella.

Plato, comprometido con su celebración

Pero, nada de esto funcionará sin la participación activa de la comunidad. La Alcaldía municipal ahora tendrá el reto de liderar localmente la implementación de esta Ley. Deberá articular a las entidades, convocar al talento plateño, garantizar que los recursos se traduzcan en proyectos concretos y, sobre todo, motivar a los ciudadanos para que se sientan parte de este proceso transformador.

Porque la verdadera fuerza de esta celebración no se encuentra en los decretos, sino en la calle, donde los jóvenes tendrán por fin la oportunidad de conocer su historia con orgullo; donde las mujeres, guardianas de la cultura viva de sus barrios, seguirán tejiendo identidad con cada gesto cotidiano; donde los músicos afinarán sus tambores no solo para sonar en Plato, sino para conquistar escenarios nacionales.

También en los agricultores, que empiezan a imaginar caminos dignos para sus cosechas y sus hijos; y en los adultos mayores, que sentirán que cada paso recorrido durante tantos años no fue en vano.

Hoy Plato deja de ser ese lugar que algunos miraban con distancia para convertirse en referente de cómo una Ley puede hacer justicia con un territorio y no solo justicia simbólica, sino estructural, porque al final de este camino, no se trata únicamente de celebrar cuatro siglos, sino de garantizar que los próximos cien años estén marcados por la dignidad, la inclusión y el desarrollo.

VER: Historia de Plato

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