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Mesa de seguridad para El Rodadero: gremios exigen acción ante escalada de violencia

por Álvaro Quintana Mendoza

El sector hotelero propone una mesa interinstitucional para frenar la crisis de seguridad que golpea a El Rodadero principal balneario de Santa Marta .

A las 2:30 de la madrugada del 22 de abril, las alarmas se encendieron, literalmente, en el corazón turístico de Santa Marta. Cuatro hombres armados con fusiles llegaron a la estación de Policía de El Rodadero e intentaron ingresar a sangre y fuego, presuntamente para rescatar a un detenido por homicidio.

Uno de ellos cayó abatido, los demás huyeron, y lo que dejaron no fue solo un casquillo más en el pavimento, sino una herida profunda en la imagen turística del sector.

Los videos de cámaras de seguridad y testimonios de residentes no dejan dudas: este fue un ataque planificado, ejecutado con alto poder de fuego y una peligrosidad inusual para una zona cuya vocación ha sido siempre la del descanso, la recreación y el turismo familiar.

El Rodadero, sin embargo, viene arrastrando una crisis que el tiroteo solo ha visibilizado con crudeza: inseguridad creciente, falta de planificación urbana, y un abandono institucional que se acumula desde hace años.

Lo que para muchos turistas es una postal de arena blanca y mar sereno, para quienes lo habitan todo el año es hoy una zona golpeada por la violencia urbana, sa merced de dinámicas que nada tienen que ver con el turismo.

Frente a esta realidad, la Asociación Hotelera y Turística de Colombia, capítulo Magdalena (Asotelca), no se quedó callada. En un comunicado emitido, el gremio hotelero no solo rechazó el ataque, sino que pidió una respuesta clara, inmediata y estructurada: una mesa de trabajo interinstitucional en la que participen todos los actores sociales, económicos y de seguridad de Santa Marta, y no como una reunión simbólica, sino como una hoja de ruta con metas concretas y acciones sostenidas.

La propuesta va más allá de poner más policías o cámaras. Asotelca habla de reactivar la planificación integral de El Rodadero: recuperar el espacio público, dignificar los escenarios turísticos, ordenar el territorio, mejorar la oferta de servicios y, claro, garantizar la seguridad.

Lo dicen sin rodeos: El Rodadero no puede seguir siendo víctima del abandono político ni del miedo ciudadano.

Santa Marta está en el umbral de sus 500 años de historia y este debería ser un momento de celebración, de atracción turística, de fortalecimiento económico. Pero la realidad es otra: se respira tensión, preocupación y una sensación de que, si no se actúa ahora, se podría perder el destino turístico más representativo de la ciudad.

La Alcaldía ofreció una recompensa de hasta 200 millones de pesos por información sobre los responsables del ataque. La Policía reforzó la presencia en la zona, pero la desconfianza sigue latente entre residentes y empresarios del turismo, quienes sienten que estos esfuerzos son apenas un parche para una herida que necesita cirugía.

Peticiones de hoteleros y comerciantes de El Rodadero

Los hoteleros, comerciantes y líderes comunitarios coinciden en que El Rodadero lleva años pidiendo ayuda. No es solo el ataque del 22 de abril: son los atracos frecuentes, la informalidad desbordada, el desorden vial, el deterioro de las playas, la presión sobre los servicios públicos, la falta de autoridad y la nula planificación.

La mesa de trabajo que propone Asotelca busca reunir a la Alcaldía de Santa Marta, Gobernación del Magdalena, Policía Metropolitana, gremios, comerciantes, comunidades, agencias de viaje, guías turísticas y hasta entidades nacionales como el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo con el objetivo claro de construir, entre todos, un plan serio que evite que El Rodadero colapse como destino.

Y no es una exageración. En semanas de temporada baja, la ocupación hotelera apenas roza el 35%. Con noticias como la del reciente ataque, el panorama podría empeorar. Varios operadores turísticos han recibido cancelaciones de reservas para el puente de mayo. Los viajeros nacionales e internacionales ya empiezan a preguntarse si El Rodadero es un lugar seguro.

La imagen de cuatro fusiles apuntando a una estación de Policía en pleno centro turístico de Santa Marta es una mancha que tardará en borrarse. Pero la ciudad aún está a tiempo de reaccionar, de recuperar la autoridad, la confianza, el orden. Y eso solo será posible si las decisiones se toman ya, y no cuando sea demasiado tarde.

Porque El Rodadero no puede ser símbolo del abandono ni rehén del miedo. Tiene que volver a ser lo que fue: un orgullo samario, un motor económico, un lugar donde la gente llegue a descansar, no a correr por su vida.

Por eso la propuesta de Asotelca no es un simple llamado. Es una exigencia con sentido de urgencia, es el grito de un sector que se niega a dejar morir lo que construyó durante décadas y es, también, una oportunidad para que Santa Marta demuestre que pueda recuperar su rumbo.

El Rodadero está en hora cero. Lo que se haga —o no— en los próximos días marcará el futuro del turismo en la ciudad. Y ese futuro, hoy más que nunca, está en manos de quienes tienen el poder de decidir.

VER: ¡Entérese! ¿Por qué rompieron el nuevo camellón de El Rodadero?

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