Portada In House ¡Es un hecho cierto, en Santa Marta nos estamos ahogando en informalidad!

¡Es un hecho cierto, en Santa Marta nos estamos ahogando en informalidad!

Por Juan Carlos Cabana

Estudios como el de la Organización Internacional del Trabajo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y el Banco de la República; dejan mal parados a los gobernantes actuales de Santa Marta, quienes poco o nada han hecho para superar el umbral de pobreza de la ciudad.

Santa Marta no es de las más estables del país económicamente hablando, pero por lo menos ocho años atrás teníamos mejores ingresos monetarios que hoy.

Los problemas del agua, saneamiento básico, servicios de salud, empleo e informalidad son algunos de los principales aspectos negativos que nos azotan.

Estas dos últimas son las que más se sienten hoy en la ciudad. Al andar por las calles de Santa Marta, se puede sentir esa sensación de pobreza.

En la Capital de Magdalena, la miseria está claramente plasmada en el altísimo nivel de informalidad en lo productivo y de ‘trabajadores por cuenta propia’.

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Informalidad4 Todos estudios económicos y sociales dejan mal parada a la Capital de Magdalena.

No estamos en un país ejemplo de formalidad laboral y empleo digno, según indica el informe de la OIT “Perspectiva Social de Empleo Mundial” de junio de 2018.

Somos uno de los países a nivel mundial con mayor índice de informalidad en el mundo con 60%, es decir, más de la mitad de los colombianos devengan del ‘rebusque’.

Sin embargo no por esa razón Santa Marta debe seguir ese camino, hay ciudades como Bucaramanga y Barranquilla que han mejorado todos sus indicadores.

Allá optimizaron la calidad de vida de sus habitantes y el desarrollo económico; por el contrario nosotros parecemos empecinados en seguir en la desdicha.

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En Santa Marta no se cumple el ciclo de producción que permite reducir la informalidad.

Se nota en las esquinas de los barrios y en semáforos de Santa Marta, un aumento exponencial de los informales (ventas ambulantes o los famosos limpia vidrios).

Cabe anotar que también afecta un poco el éxodo de venezolanos a nuestro territorio. No se debe desconocer que es una problemática presente hace varios años.

El asunto es que las administraciones distritales no las han atacado con pertinencia, sin desconocer a su vez que es un fenómeno que aflora en todos lados.

Según estudio de la OCDE de 2016 el nivel de informalidad en Colombia era del 51.3%, si lo comparamos con la medición del 2018, hemos incrementado en 8%.

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La falta de voluntad política ha desencadenado esta emergencia social y económica.

Es preocupante tanta informalidad, pues no permite a los ciudadanos mantener ingresos fijos y estables, con condiciones mínimas de seguridad social.

Santa Marta es el reflejo de lo que ocurre en la nación frente a estos niveles de informalidad, nos ubicamos en el cuarto lugar de las ciudades del país con el 63%.

Según el estudio ‘Pobreza en Santa Marta’ del Banco de la Republica, somos de las ciudades con mayor informalidad dentro de un país muy informal, triste panorama.

La falta de voluntad política por parte de las administraciones distritales han desencadenado esta emergencia laboral y crisis económica que atravesamos.

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La gente en Santa Marta subsiste a punta de mototaxismo y el comercio callejero.

Hace más de una década no llega una empresa nueva a generar empleo a la ciudad, nuestros profesionales recién graduados tienen que migrar a otras urbes.

Nadie se puede quedar aquí en busca de nuevas oportunidades que los aleje de la pobreza rampante y la informalidad imperiosa que nos golpea de forma diaria.

Esta crisis económica nos consume y nos convierte en una sociedad que pelea por cada centavo, que se rebusca como puede para subsistir y sobrevivir.

Nos urge una política pública de generación de empleo, que cree ingresos a los samarios, para que nuestra calidad de vida cambie y dejemos de ser tan informal.

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Al andar por las calles de Santa Marta, se puede sentir esa sensación de pobreza.

La economía funciona sencillo, “donde hay más empleos formales hay más personas con ingresos suficientes para adquirir bienes y servicios ofertados por empresarios.

Cuando se da ese ciclo virtuoso, entonces se genera utilidad y contribuye con impuestos, que se usan para el desarrollo de las obras sociales de una ciudad.

Si algún punto en esta cadena no funciona, la economía de un territorio se viene abajo. Esto último es precisamente lo que está ocurriendo en Santa Marta.

Esta situación aún no la ha entendido el mandatario de turno; prefiere desgastarse en peleas con opositores, mientras nuestra tierra se ahoga en una crisis económica y social.

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