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Deuda de $5.000 millones compromete la operación de Cardiovida en Santa Marta

por María José Bolaños
Cardiovida en crisis: seis meses sin sueldo y una deuda que podría apagar el corazón de la atención médica en Santa Marta

Cardiovida pone en alerta la crisis que está a punto de comprometer la atención a cientos de pacientes cardiovasculares en la Región Caribe.

En el corazón del Hospital Universitario Julio Méndez Barreneche, el servicio de cardiología y cirugía cardiovascular —único en un hospital público de toda la Región Caribe— está tambaleando. ¿La razón? Seis meses sin pago a sus empleados y una deuda que ya alcanza la alarmante cifra de 5.000 millones de pesos.

Este servicio, que desde 2019 se convirtió en un salvavidas para cientos de pacientes, hoy enfrenta un riesgo real de apagarse, dejando a toda una comunidad sin atención especializada y a más de 65 familias sin sustento.

Una alianza que prometía salvar vidas

En 2019, Cardiovida y el Hospital Universitario Julio Méndez Barreneche firmaron lo que parecía un pacto ganador: una alianza estratégica de 15 años para garantizar atención integral en cardiología y cirugía cardiovascular.
El acuerdo era claro:

  • Cardiovida se encargaría de la inversión en infraestructura, equipos biomédicos de última generación, medicamentos y el personal altamente especializado.
  • El hospital, por su parte, tendría la responsabilidad de comercializar, facturar y pagar los servicios prestados.

El trato prometía no solo tecnología de punta, sino un servicio de calidad y gratuito para quienes más lo necesitaban, especialmente los pacientes del régimen subsidiado y contributivo.

El quiebre de Cardiovida: seis meses de incumplimientos

La situación empezó a deteriorarse en abril de 2024, cuando el hospital dejó de cumplir con una tarea esencial: radicar ante las Entidades Administradoras de Planes de Beneficios de Salud (EAPB) los servicios que ya se habían prestado.
Este descuido no es un simple trámite administrativo; es el paso clave para que el dinero fluya y los pagos se hagan a tiempo. Sin esa radicación, el sistema se estanca y la cadena de pagos se rompe.

El resultado ha sido devastador:

  • Una deuda que crece como bola de nieve y que ya suma 5.000 millones de pesos.
  • Personal médico y asistencial con seis meses sin recibir salario.
  • Proveedores desabastecidos y sin insumos suficientes.

Protestas con bata blanca

La paciencia se agotó. Empleados de Cardiovida, vestidos con sus batas y portando carteles, se apostaron frente al Hospital Universitario Julio Méndez Barreneche. La escena era clara: rostros cansados, voces alzadas y un mensaje directo: “Sin pago no hay salud”.

Médicos, enfermeras, técnicos y administrativos exigen lo que es suyo por derecho: el pago puntual de sus salarios y la garantía de que podrán seguir salvando vidas.

“Llevamos medio año trabajando sin recibir un peso. No es solo el sueldo; es que los insumos escasean y, sin ellos, no podemos operar. Cada día que pasa, el riesgo para los pacientes aumenta”, contó uno de los médicos durante la manifestación.

Más que un problema laboral, una crisis de salud pública

El impacto no se mide solo en nóminas impagas. La verdadera preocupación es lo que puede pasar si el servicio se suspende:

  • Pacientes con enfermedades cardíacas que tendrían que viajar a otras ciudades, aumentando el riesgo en casos de urgencia.
  • Saturación de otros hospitales en la región.
  • Retrasos en cirugías y tratamientos vitales.

El servicio de Cardiovida no es un lujo; es una necesidad para toda la Región Caribe. Su ausencia dejaría un vacío que ningún otro hospital público de la zona podría llenar.

Una deuda que asfixia el corazón de la atención

Los 5.000 millones de pesos que hoy están en el aire no son solo una cifra fría en un balance financiero. Representan medicinas no compradas, sueldos no pagados y equipos que no pueden ser mantenidos.
La alianza que alguna vez fue un modelo de cooperación público-privada hoy se tambalea, y con ella, la esperanza de cientos de pacientes que dependen de este servicio especializado.

Un llamado urgente a las autoridades

Médicos, pacientes y ciudadanos hacen un llamado directo al hospital, a la Gobernación del Magdalena, al Ministerio de Salud y a las EPS: es momento de actuar antes de que el corazón de la atención cardiológica en la región se detenga.

“Esto no es una pelea entre dos instituciones, es un asunto de vida o muerte. Si se apaga Cardiovida, se apaga una esperanza para toda la Región Caribe”, dijo uno de los voceros del personal médico.

El reloj corre

Mientras las autoridades buscan salidas y las partes se señalan mutuamente, los pacientes siguen llegando y el personal continúa trabajando, aferrado a su vocación y esperando que la situación se resuelva antes de que sea demasiado tarde.

La pregunta que todos se hacen es: ¿cuánto más puede aguantar el corazón de Cardiovida sin que lo rescaten? Porque, al final, lo que está en juego aquí no es solo un contrato, sino vidas.

VER: Anillo contrata a Matallana para escudriñar contrato de Cardiovida

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