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El efecto CELAC: Santa Marta rompe récords y reescribe un nuevo mapa económico en el Caribe

por Álvaro Quintana Mendoza
Delegaciones de América Latina, el Caribe y Europa llenaron Santa Marta durante la Cumbre CELAC–UE, impulsando el turismo, el empleo y el comercio local.

La Cumbre CELAC–UE 2025 dejó a Santa Marta con más de cinco millones de dólares en ingresos y más de tres mil empleos temporales, pero también con el reto de sostener el impulso económico y turístico cuando los reflectores se apaguen.

Santa Marta no fue la misma después de la CELAC. Durante cinco días, la ciudad respiró economía, turismo y política internacional. Lo que solía ser un destino de playas y atardeceres, se convirtió de repente en el epicentro de América Latina y Europa. Aviones oficiales aterrizando cada hora, hoteles sin una habitación libre, restaurantes colapsados de reservas y un flujo de visitantes que superó cualquier registro anterior: 150.000 personas moviendo la economía samaria como no se veía en años.

Según el Observatorio de Estudios Económicos de Santa Marta (ODECS), la CELAC generó un impacto económico estimado entre 17.000 y 23.000 millones de pesos, equivalentes a más de cinco millones de dólares. Una cifra que no solo sorprende, sino que mide el alcance de un evento que desbordó los límites de la diplomacia y se metió de lleno en la economía real de la ciudad.

La Cumbre CELAC–UE 2025 fue el gran examen de Santa Marta como anfitriona. Y lo aprobó con honores. La ocupación hotelera superó el 95 %, con estadías promedio de cinco días. Los vuelos chárter y comerciales del Aeropuerto Simón Bolívar funcionaron bajo protocolos especiales de movilidad y seguridad, y los comercios vivieron una temporada dorada. La gastronomía, el transporte y el turismo vivieron una semana que pocos olvidarán.

Pero lo importante no está solo en los números. Lo crucial es lo que deja este evento en la estructura económica de Santa Marta. ¿Fue una bonanza temporal o el inicio de una transformación sostenida? Esa es la pregunta que divide las opiniones.

Para la Alcaldía Distrital, bajo la administración de Carlos Pinedo Cuello, la CELAC confirmó que Santa Marta puede competir como sede de grandes encuentros internacionales. Desde la Secretaría de Desarrollo Económico y Competitividad, Carlos Jaramillo Ríos aseguró que el evento demostró “la madurez económica y logística de la ciudad”. Y sí, las cifras lo respaldan: tres mil empleos temporales, un aumento en las ventas del comercio entre el 30 % y el 60 %, y un sector hotelero que registró entre 4.000 y 6.000 millones de pesos adicionales por alojamiento.

Los barrios turísticos más emblemáticos —El Rodadero, Gaira, Pescaíto y el Centro Histórico— fueron los termómetros del movimiento económico. Allí se sintió el flujo de visitantes, la demanda de servicios y el auge del turismo. Sin embargo, la pregunta incómoda persiste: ¿quién gana más cuando llega un evento como este? Los grandes hoteles y cadenas turísticas obtuvieron márgenes récord, pero el empleo fue en su mayoría temporal y el beneficio directo en los barrios populares fue limitado.

El turismo fue el gran protagonista de la CELAC, pero también el espejo de una realidad que Santa Marta no puede ignorar. La ciudad comprobó que puede recibir miles de visitantes, pero ahora debe demostrar que puede mantenerlos regresando. La tarea de convertir un impacto económico puntual en una estrategia de crecimiento sostenido apenas comienza.

El componente cultural de la CELAC fue un acierto en materia de proyección y marca ciudad. Más de 60.000 personas asistieron a la programación artística de “El Reencuentro en el Corazón del Mundo” y 40.000 disfrutaron del Concierto País de la Belleza con artistas como Kany García, Sergio Vargas, Peter Manjarrés y Karen Lizarazo. Ese movimiento cultural inyectó entre 1.500 y 2.300 millones de pesos adicionales en consumo de transporte, gastronomía y bebidas.

A esto se sumó la Feria de Emprendimiento, con 100 proyectos locales que vendieron más de 70 millones de pesos y generaron otro impacto indirecto de 25 millones. Sin embargo, aunque la CELAC movió la economía, muchos emprendedores aseguran que el reto es mantener la visibilidad después de la euforia del evento.

Santa Marta también capitalizó la cumbre con anuncios estratégicos: la ampliación del Aeropuerto Simón Bolívar, la implementación del sistema Biomig, la guía de atracción de inversión y la asignación del lote para la planta desalinizadora del sur. Todo eso impulsa la narrativa de una ciudad en crecimiento, pero la experiencia demuestra que los grandes anuncios deben traducirse en hechos sostenibles, no en titulares de ocasión.

Comparar el impacto de la CELAC con otros eventos como los Juegos Bolivarianos de 2017 deja claro que Santa Marta ha dado un salto de escala. En aquella ocasión, el impacto fue más deportivo que económico. Esta vez, la CELAC conectó a la ciudad con la agenda global, la inversión y el turismo de negocios. Fue más que una reunión: fue una vitrina de lo que la ciudad puede ofrecer cuando actúa con visión y coordinación.

El impacto económico de la CELAC en Santa Marta fue real, contundente y visible. Pero el desafío ahora es sostenerlo. Porque un evento que mueve cinco millones de dólares puede cambiar la percepción de una ciudad, pero solo una política económica sólida puede cambiar su futuro.

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