La Asamblea es hoy, un tinglado donde contienden los diputados. La más reciente pugna fue entre: Claudia Patricia Aarón Viloria y Rafael Emilio Noya García.
Hugo Rafael Chávez Frías, presidente de Venezuela; fue autor de muchas frases singulares; en especial, cuando se refería a los Estados Unidos y sus gobernantes.
En septiembre de 2003 lanzó una inolvidable en la Asamblea de la ONU: «¡El diablo está en casa! ¡El diablo vino aquí! ¡En este lugar huele a azufre!
El recinto donde sesiona la Asamblea, se convirtió en un ring.
La frase, fue la forma en la que aludió al entonces presidente norteamericano, George W. Bush; quien el día anterior le había lanzado indirectas a Chávez.
Un episodio similar se vivió en la última sesión de la Asamblea del Magdalena entre los diputados Claudia Patricia Aarón Viloria y Rafael Emilio Noya García.
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EL DIABLO NOYA
El nombre del maligno volvió a aparecer en un escenario político, esta vez, en medio de una acalorada discusión. Noya García fue el destinatario del apelativo.
Distinto a la Asamblea de la ONU hace 13 años, aquí los protagonistas se acusaron mirándose a los ojos, gritando e increpándose; como si estuvieran reprimidos.
Claudia Patricia Aaron Viloria, le espetó al diputado Rafael Emilio Noya García: “Desde que usted llegó, entró el diablo a la Asamblea; incitando a sus esbirros”.
El diputado Rafael Emilio no se quedó callado y le respondió a Aarón Viloria: “Por eso a usted la llaman célula cancerígena”. El episodio sin duda, no se va a quedar ahí.
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EL CÁNCER AARÓN
Este año las sesiones de la Asamblea del Magdalena han estado para palco, entre las tutelas, las amenazas y los agravios no hay día en el que no haya confrontación.
La ‘pelotera’, en su mayoría, involucra al diputado Rafael Emilio Noya García, quien ya pasó de discutir con sus compañeros a salirse de casillas con los invitados.
Este último altercado se dio porque se hizo alusión a la Empresa Social del Estado Alejandro Próspero Reverend de Santa Marta como deudora del Hospital Julio Méndez.
Los diputados le exigieron a los ciudadanos que asisten como ‘barras’, lo hagan de forma respetuosa y controlada, porque según Aarón, Noya los incita a ‘la corronchera’.
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