En Santa Marta y Magdalena el registro de contagios va en aumento y las medidas adoptadas por ambos mandatarios conlleva a que la curve aumente.
Cada jueves a las 8:00 de la noche familias enteras en el Reino Unido salen a la puerta de sus casas a aplaudir durante diez minutos a las personas que trabajan en el Servicio Nacional de Salud (NHS).
Los niños dibujan arcoíris en hojas de papel y las pegan en las ventanas para agradecer a quienes día y noche, arriesgan sus vidas y las de sus familias para salvar la de extraños que contrajeron coronavirus.
Miles de médicos y enfermeras retirados volvieron de manera voluntaria a trabajar, hace un par de semanas, para atender el flujo de pacientes enfermos, anticipándose a la escasez de personal.
En Colombia el personal médico es agredido, desalojados de sus hogares por los arrendatarios, se les prohíbe el ingreso a los supermercados cuando intentan comprar y hasta son amenazados en sus casas.
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ACOSO Y DISCRIMINACIÓN
Sorprende la conducta humana. Mientras en Europa y Norteamérica resaltan y valoran el empeño conque estas personas trabajan hasta el límite de sus fuerzas, en Colombia sufren acoso y discriminación.
Mentes irracionales que no comprenden que ellos, los médicos, enfermeras y personal de la salud se han apartado de sus familias y mueren también, mientras cumplen con un trabajo que eligieron o les tocó.
A 19 de abril, el Instituto Nacional de Salud de Colombia reportó a 169 profesionales del ramo contagiados, esto representaba el 4,25 % de los contagios. En Magdalena la cifra es del 17 %, es decir, el 35 % del total de casos.
Los hechos han sido claros. En países donde los gobernantes han minimizado la pandemia, tomaron medidas de aislamiento tarde o priorizaron la economía, ocupan los primeros lugares en muertos y contagios.
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DESASTRE MAGDALENA
El registro del 23 de abril muestra un Estados Unidos con 868.482 contagios y 49.094 muertes, con Trump que no declara cuarentena. En Brasil hay 46.701 contagiados y 2.940 muertes, con Bolsonaro tratándola como gripita.
Esa misma irracionalidad es la que están mostrando el Gobernador del Magdalena Carlos Caicedo y la alcaldesa de Santa Marta Virna Johnson. Están contradiciendo sus propios decretos de aislamiento.
Es clave la decisión histórica del presidente Duque, de ordenar una cuarentena en todo el país y una extensión de la misma hasta el 11 de mayo, para salvaguardar la vida y la integridad de todos los colombianos.
Han promovido aglomeraciones masivas en calles, escenarios deportivos y supermercados de la ciudad y el departamento, de gente pobre que le puede más la necesidad que el temor a perder la vida.
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LA VIDA ES PRIMERO
Han llamado “solidarios” y han rotulado con el eslogan, nombre y color del partido político que los representa, las ayudas humanitarias que gobernantes de Colombia y el mundo entregan sin distinción para paliar el hambre.
Han dilapidado recursos públicos y el esfuerzo humano de entregar los mercados casa por casa. Envían por correo electrónico a los beneficiarios la autorización para reclamar la compra, en poblaciones sin internet y computador.
Sus acciones demuestran que ha primado el afán por sacar una fotografía y un video para mostrar en redes sociales, canales institucionales y medios privados, a los que seguramente compran con el plan de medios, que los pondera.
Aún hay tiempo de frenar el crecimiento de la curva. De evitar que las personas en el Magdalena y Santa Marta sigan enfermando. Hay que detener la lucha cuerpo a cuerpo por llegar al saco con el mercado. La vida es primero.
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