En la última semana, la ola de robos se intensificó; los turistas de Taganga, las víctimas perfectas; y el camino hacia Playa Grande el escenario ideal.
Desde hace años, Taganga dejó de ser un pueblo pesquero, remanso de la tranquilidad, la afabilidad y la seguridad propia de quienes se conocen entre sí.
La llegada masiva de turistas, y la consolidación de Taganga como receptor de la migración venezolana en Santa Marta, cambiaron el panorama.