Con el aval del Partido Ecologista Colombiano y la bendición política de Carlos Caicedo, la exdiputada Margarita Guerra Zúñiga se convirtió en la nueva carta de Fuerza Ciudadana para retener el poder en el Palacio Tayrona.
Tal como en otras ocasiones, Carlos Caicedo Omar, volvió a tomar el micrófono rodeado de camisetas naranjas para presentar a su candidata a la Gobernación del Magdalena. La escena fue la misma que se ha repetido durante más de una década: seguidores, discursos sobre transformación y una consigna clara de continuidad, pero esta vez, la protagonista fue Margarita Guerra Zúñiga, la mujer elegida por el líder de Fuerza Ciudadana para disputar las elecciones atípicas del próximo 23 de noviembre.
La exdiputada, nacida en Fundación, había presentado su renuncia a la Asamblea del Magdalena hace apenas unos días, un movimiento que anticipó lo que vendría. Con el aval del Partido Ecologista Colombiano, Guerra inscribió su candidatura ante la Registraduría y se convirtió en la apuesta directa del caicedismo para conservar el poder que mantiene desde 2019 en el Palacio Tayrona.
Su elección marca un cambio sutil en la estrategia: no se trata de un rostro tan mediático como los de Rafael Martínez o Jorge Agudelo, sino de una figura con formación técnica, disciplina interna y absoluta lealtad al proyecto político que encabeza Caicedo.
Quién es Margarita Guerra
Margarita Guerra es abogada, especialista y magíster en Derecho Público por la Universidad del Norte. A sus 38 años, construyó una carrera silenciosa en el sector público y en el ámbito jurídico, con asesorías institucionales y procesos de control en la Asamblea del Magdalena. En el movimiento naranja se le reconoce como una mujer discreta, estructurada y de carácter firme, que fue escalando sin hacer ruido, pero siempre al lado de la línea oficial del caicedismo.
Su paso por la Asamblea fue determinante. En 2024 presentó una demanda para anular la elección de la Mesa Directiva por supuestas irregularidades, lo que la enfrentó con varios compañeros de plenaria. Ese activismo, que en principio parecía un riesgo político, terminó reforzando su imagen de disciplina y rigor jurídico, atributos que la estructura de Fuerza Ciudadana valora especialmente.
También enfrentó un proceso de pérdida de investidura por presuntas incompatibilidades e inhabilidades derivadas de un contrato celebrado con la Gobernación. El Tribunal Administrativo del Magdalena negó la solicitud y confirmó su continuidad como diputada, un fallo que, paradójicamente, la fortaleció. Superar esa controversia sin consecuencias jurídicas la consolidó como una figura resiliente dentro del movimiento.
Sin embargo, no todo ha sido política. Margarita Guerra ha denunciado amenazas e intimidaciones que pusieron en riesgo su seguridad y la de su familia. En 2023 la Gobernación del Magdalena rechazó públicamente un atentado en su contra, ocurrido cuando se movilizaba por vías del departamento. Ese episodio marcó un punto de visibilidad: la exdiputada pasó de ser una funcionaria más a convertirse en una de las voces que el propio caicedismo presentó como ejemplo de resistencia frente a la violencia política.
El anuncio de su candidatura fue menos multitudinario que los acostumbrados actos del movimiento. Aunque en otras épocas miles de seguidores colmaban calles y avenidas para escuchar a Caicedo, esta vez el evento tuvo una asistencia más reducida. Aun así, el mensaje fue el mismo: en el escenario estaban Carlos Caicedo y Rafael Martínez levantando los brazos de Margarita, en medio de pancartas que decían “Margarita, Caicedo y tú” y “Yo voto por la que diga Caicedo”. Esa frase, repetida en camisetas y redes sociales, resume el eje central de la estrategia política: mostrar unidad en torno al liderazgo del exgobernador y transmitir la idea de continuidad.
Calendario de las elecciones atípicas
Las elecciones atípicas fueron convocadas por la Registraduría para el 23 de noviembre, luego de que el Consejo de Estado anuló la elección de Rafael Martínez como gobernador por una presunta inhabilidad. Martínez había ganado en 2023 con más de 324 mil votos, una cifra histórica para el Magdalena, y su salida dejó vacante un cargo que Fuerza Ciudadana considera clave para mantener su hegemonía política. En este nuevo proceso se prevé una abstención más alta y un ambiente más fragmentado, lo que convierte la movilización del voto en el principal desafío para el movimiento naranja.
En ese escenario, la figura de Margarita Guerra representa varias cosas a la vez. Por un lado, simboliza la renovación del liderazgo femenino dentro de Fuerza Ciudadana, un partido que en los últimos años ha sido duramente cuestionado por su dependencia de Caicedo y Martínez. Por otro, encarna una candidatura técnica y disciplinada, con la misión de retener la Gobernación sin generar divisiones internas. Y, sobre todo, refleja una estrategia de control político: colocar a alguien con el sello caicedista pero con bajo nivel de desgaste público.
Su origen en Fundación también pesa. En un departamento donde las identidades territoriales definen la política, ser una dirigente de provincia y conocer el Magdalena rural se convirtió en un valor estratégico. Caicedo entendió que para retener el poder necesitaba una candidata que representara el voto regional y no solo el de Santa Marta. Margarita es, por tanto, la síntesis de la estrategia: lealtad ideológica, formación técnica y conexión territorial.
No obstante, su candidatura no está exenta de riesgos. Dentro de Fuerza Ciudadana hay sectores que veían con mayor proyección a figuras como Jorge Agudelo, Virna Jonhson o Pablo Acuña. Al elegir a Guerra fue también una forma de equilibrar esas tensiones internas, pero la decisión no ha logrado apagar del todo las diferencias. Algunos observadores señalan que, aunque cuenta con el apoyo formal del movimiento, su campaña tendrá que enfrentar resistencias locales, fracturas silenciosas y el reto de convencer a un electorado más distante que en los años de auge caicedista.
A nivel jurídico, su candidatura podría ser objeto de escrutinio por parte de sectores opositores que intenten reabrir cuestionamientos sobre su paso por la Asamblea. Políticamente, deberá demostrar que no es una figura decorativa ni un relevo instrumental. En la práctica, su mayor desafío será proyectar independencia dentro de un movimiento donde el liderazgo de Caicedo es absoluto.
Las elecciones atípicas del Magdalena se desarrollarán en un contexto complejo, con un ambiente de desconfianza institucional y un mapa político en transformación. Margarita Guerra llega con la estructura de Fuerza Ciudadana detrás, pero con el reto de transformar la obediencia partidista en liderazgo propio. Si gana, será la primera mujer gobernadora de la línea caicedista; si pierde, su candidatura habrá servido para medir el verdadero alcance del movimiento sin Caicedo ni Martínez en el tarjetón.
Por ahora, su nombre encarna la apuesta más clara de continuidad en el Magdalena. Detrás de su rostro sereno y su tono moderado, hay una maquinaria política que busca mantenerse viva y un proyecto que no quiere soltar el poder que ha tenido durante casi una década.
VER: Margarita Guerra sacude la Asamblea con su renuncia irrevocable