‘Chamo’, ‘pana’ o ‘mamaguevo’; eran expresiones que sólo aparecían en las novelas venezolanas retransmitidas en Colombia y que ahora se escuchan en cada rincón de Santa Marta.
Cada semáforo está monopolizado por una horda de hombres jóvenes, con la cara curtida por el sol y con un acento que dice que le harán de todo a tu vehículo por una moneda.
Son la cara humana del conflicto político. Y están por toda una ciudad, que, no siendo la principal, le ha sabido abrir las puertas… y sus calles.