Un día de bloqueo en la Troncal de Oriente cuesta más que fruta perdida: son millones en juego para la economía regional.
La protesta puede ser legítima. Las razones sociales, también. Pero cuando el bloqueo ocurre en una arteria clave del país, las consecuencias no solo se sienten en el lugar del cierre, sino en toda la cadena productiva que depende de esa vía. Desde el lunes 2 de junio, comunidades de la Sierra Nevada mantienen cerrados varios puntos de la Troncal de Oriente, especialmente en Julio Zawady, jurisdicción del municipio de Zona Bananera, y en la Y de Ciénaga.
A primera vista, parece un conflicto regional más, pero la magnitud del impacto que está dejando en el Magdalena lo convierte en un problema nacional, y es que la vía bloqueada no es secundaria, es la columna vertebral por donde se mueve el 80% del banano que se exporta desde Santa Marta un producto que no espera, debido a que si no sale, se daña y las perdidas serían un impacto lesivo para la economía de la región.
La Asociación de Bananeros de Colombia (Augura) ha lanzado la voz de alarma. Las cifras son contundentes: 250 mil cajas de banano listas para exportar están en riesgo, se habla de al menos 600 pequeños productores afectados, muchos de ellos con fincas de menos de tres hectáreas que dependen, semana tras semana, de la comercialización de su cosecha. Cuando no entra el dinero de la exportación, no se puede pagar al personal, no se puede sostener la finca, y comienza un efecto dominó que deja ver la vulnerabilidad de un sector que genera 19.000 empleos directos en el Magdalena.
Mientras tanto, la fruta se acumula en las empacadoras, en los camiones estacionados, en las fincas. Y cada minuto cuenta: una caja de banano que no sale a tiempo pierde calidad, se convierte en rezago, o se daña completamente. Un día sin exportación puede significar la pérdida de más de 370 mil dólares. En tres días, el Magdalena ya estaría acumulando pérdidas cercanas a los 1.100.000 dólares solo por retrasos en exportación de banano.
¿Cuánto cuesta un día de bloqueo en el Magdalena?
La cifra no está escrita en piedra, pero los cálculos aproximados ofrecen una idea clara del golpe económico que significa cada jornada de parálisis en el departamento. Según datos de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif), un paro con bloqueos puede costarle al país más de 200.000 millones de pesos diarios, dependiendo de la intensidad y las zonas afectadas. Y aunque el Magdalena no soporta ese costo por sí solo, lo que ocurre allí es especialmente sensible por la alta dependencia de su economía en el agro y el puerto.
En concreto, cada día de paro en la Troncal de Oriente le cuesta al Magdalena más de 6.000 millones de pesos diarios, considerando las pérdidas directas en exportaciones, transporte de carga represada, aumento en costos logísticos y refrigeración, fruta descartada por maduración anticipada y gastos laborales sin productividad. Esta es una cifra conservadora, basada solo en el sector bananero.
Pero si sumamos las afectaciones indirectas en turismo, comercio minorista, distribución de alimentos, combustibles y servicios esenciales, el costo podría fácilmente duplicarse. Anato y los gremios hoteleros ya hablan de cancelaciones masivas de paquetes turísticos hacia Santa Marta y la Sierra Nevada. El flujo de visitantes disminuyó en más del 60% esta semana, afectando hoteles, restaurantes, transporte interno, guías turísticos y toda la economía local que vive del turismo.
Mientras tanto, las soluciones parecen lejanas. Las mesas de diálogo avanzan a cuentagotas. El PMU fue convocado, pero sin decisiones eficaces. Las autoridades locales piden calma, pero la presión crece desde el sector productivo, donde cada día sin respuestas es una jornada con menos recursos, más deudas y más incertidumbre.
Augura ha sido clara: no se trata de impedir la protesta social, pero sí de encontrar formas de garantizar el derecho a la movilidad y el trabajo para miles de familias que no tienen cómo aguantar ni una semana sin ingresos. Bloquear la salida de los productos del campo es como cerrar la llave de agua en una ciudad: las consecuencias se sienten de inmediato.
Este paro ya deja una marca profunda. Es un recordatorio de lo frágil que puede ser una economía regional cuando depende de una sola vía. También muestra cómo los pequeños productores, los más vulnerables del sistema, son los primeros en sentir el golpe y los últimos en recibir ayuda.
¿Quién responde por estas pérdidas?
Hasta ahora, nadie. Ni el Gobierno Nacional, ni la Gobernación del Magdalena, ni los alcaldes de Zona Bananera y Ciénaga han dado garantías suficientes para liberar la vía. Y mientras tanto, el banano sigue esperando en los empaques, madurando, y transformándose en pérdida. La fruta no puede esperar a que las mesas de concertación lleguen a acuerdos que muchas veces no se cumplen.
VER: Asbama: Los bananeros denuncian pérdidas millonarias por bloqueos