El giro político hacia la izquierda que terminó de dar Magdalena en sus dos entes territoriales más importantes marcó el comienzo del establecimiento del Estado de Opinión aquí.
La elección de Carlos Caicedo a la gobernación y de Virna Johnson a la alcaldía de Santa Marta, son preludio del posible menoscabo de nuestro Estado de Derecho local.
Para entender, cabe precisar que el Estado de Opinión del que hablo, busca pasar por encima del Estado de Derecho imponiendo la voluntad popular por encima del marco normativo.
El Estado de Opinión es irrespetuoso y agresivo con la institucionalidad y ataca con descrédito el contrapoder que representa la prensa, única guardiana civil de la supervivencia de la democracia.
Caicedo y Johnson nos estarían haciendo acudir a las circunstancias en las que se pretende que un grito esté por encima de la ley; o que una marcha fuera superior a la Constitución.
El Estado de Opinión se siente cercado por las leyes y la Constitución. Su propósito es actuar con manos libres, acudiendo a la opinión manipulable y veleidosa de las ciudadanías.
De la mano de una población insegura e incierta, quienes lideran el Estado de Opinión, concentran sus esfuerzos en saltar la barda hacia formas de poder más amplias y concentradas.
Con beneficio de inventario, el Estado de Opinión solo es superior al Estado de Derecho cuando la sociedad tiene educación política y claridad absoluta para entender lo que está en juego.
En este caso lo que propone Caicedo en Magdalena es un Estado de Opinión alimentado por discurso veintejuliero bajo la orientación de un espectro social matizado por abundante propaganda.
En síntesis, el Estado de Opinión que nació en Magdalena el pasado 27 de octubre; es un pretexto para que quienes lo administran puedan hacer y deshacer sin rendir cuentas.