Home Portada ¿Por qué el alcalde de Santa Marta, Carlos Pinedo, denuncia a Carlos Caicedo y Rafael Martínez ante la Fiscalía?

¿Por qué el alcalde de Santa Marta, Carlos Pinedo, denuncia a Carlos Caicedo y Rafael Martínez ante la Fiscalía?

por Álvaro Quintana Mendoza
Carlos Pinedo y Carlos Caicedo se enfrentan cara a cara en medio de una disputa que escala al terreno judicial.

El caso abrió una nueva fase en la confrontación política del Magdalena. Tras semanas de acusaciones, el mandatario decidió llevar la disputa al terreno penal, con un trasfondo que revela tensiones acumuladas, estrategias de comunicación y una batalla por el control del relato público.

Lo que comenzó como una serie de publicaciones en X se convirtió en un proceso penal que ahora exige respuestas institucionales. La decisión de Carlos Pinedo de denunciar a Caicedo y Martínez no surge de un episodio aislado. Es el desenlace de un intercambio que escaló hasta afectar, según el alcalde, su credibilidad y la estabilidad del gobierno distrital.

En el centro de la controversia están las afirmaciones de Caicedo que relacionan al mandatario con actividades ilegales. El comunicado que difundió generó un eco inmediato en la conversación pública, no solo por el contenido, sino por la fuente: un líder político con una larga trayectoria en el departamento. A esto se sumó la réplica de Martínez, que amplificó el mensaje y lo instaló durante días en la agenda digital.

Para Pinedo, este doble movimiento creó un escenario riesgoso: una versión sin sustento empezó a circular como si fuera un hecho comprobado. Y en política local, donde la reputación pesa tanto como las obras, esa circulación tiene efectos reales.

La mecánica del desgaste reputacional

En los territorios, las narrativas construyen poder. Cuando un actor político acusa a otro de tener presuntos nexos con estructuras ilegales, incluso si no existe un documento judicial que lo sustente, se activa un proceso de desgaste que puede alterar la percepción ciudadana y poner en duda la legitimidad de decisiones futuras.

Eso explica la ruta que eligió el alcalde. La denuncia no busca únicamente refutar una afirmación, sino detener una dinámica comunicativa que, de permanecer sin contrapeso, termina instalada como una verdad parcial. Pinedo no solo reclama reparación; también intenta frenar una lectura pública que podría condicionarlo durante lo que queda de su mandato.

El contraataque y la escalada discursiva

La respuesta del alcalde en X, donde recordó episodios judiciales atribuidos a sus contradictores, muestra que el conflicto no es solo jurídico: es un pulso por la superioridad narrativa. Cada actor usó elementos del pasado reciente para visibilizar la fragilidad del otro y reforzar su propia posición.

Esta dinámica expone cómo la confrontación política en la región dejó hace años el plano institucional para convertirse en una competencia permanente de relatos. En ese terreno, la persona que pierde capacidad de control del discurso queda en desventaja pública, incluso sin un fallo judicial de por medio.

La denuncia como dispositivo estratégico

Más allá de su dimensión penal, la acción ante la Fiscalía cumple otra función: introduce un árbitro que obliga a suspender, al menos parcialmente, la batalla comunicativa. La Fiscalía se convierte en un espacio donde ya no dominan los hilos, las tendencias ni las opiniones. Allí cada parte tendrá que respaldar sus afirmaciones con elementos verificables.

Ese tránsito del ruido digital a un entorno formal es parte de la estrategia del alcalde. Busca un terreno en el que las afirmaciones tengan consecuencias, donde la carga probatoria exige algo más que una publicación viral. Esto también le permite enviar un mensaje político: que no tolerará señalamientos que, según sus argumentos, carecen de sustento.

Santa Marta en un clima de tensión política persistente

Mientras el caso avanza, la administración local insiste en que los proyectos en marcha continúan. Pero el debate no pasa inadvertido. La pugna Pinedo–Caicedo–Martínez es una expresión de un choque más amplio: dos modelos políticos, dos formas de entender la ciudad y una lucha prolongada por la narrativa dominante.

En esa disputa, la denuncia es un capítulo relevante porque formaliza un conflicto que llevaba tiempo acumulándose. Ahora será la justicia la que determine si las afirmaciones divulgadas superaron los límites de la crítica política para convertirse en un daño real que exige sanción penal.

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