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Este es un espacio de participación y opinión abierto a la ciudadanía. Las posiciones expresadas son absoluta responsabilidad de su autor y no representan ni definen la filosofía editorial de codigoprensa.com

Con cada paso de su vida, Jaime Alberto Linero Ladino se volvió una especie de ‘rockstar’ del liderazgo barrial y político en Santa Marta.

Al fallecido Jaime Alberto Linero Ladino le sucedió lo del tipo al que ‘del cielo le cayeron los clavos’ porque irremediablemente estaba llamado a ser carpintero.

‘El Pecas’, como lo conoció su círculo íntimo, nació para servirle a la gente: fue representante sindical, miembro de junta de acción comunal y dos veces concejal.

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Jaime Alberto Linero Ladino era conocido por sus amigos como: ‘El Pecas’.

La política y lo que ella implica estaba en su ADN. Todo en su vida se concentró en llevarle bienestar a sus compañeros de trabajo, vecinos y conciudadanos.

Es hijo de la Urbanización El Parque, el populoso sector ubicado al suroriente de Santa Marta que nunca lo olvidará, porque con un estilo propio, allí hizo historia.

VER: Presidencia de Pedro Gómez, rompe unanismo en el Concejo samario

¡BARRIO DEL ALMA!

Jaime Alberto Linero Ladino nació en una época en la que aún se creía en las bondades que ofrecía el ejercicio político y hacer fiel militancia en un partido.

Como empleado de la desaparecida Lotería del Libertador destacó como líder sindical, intermediario y defensor de los derechos laborales de sus compañeros.

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Jaime Alberto Linero Ladino siempre usó el poder para servirle a la gente.

Para entonces, combinaba su actividad sindical con las tareas que más le gratificaban: ser responsable del bienestar y mejoramiento de su comunidad.

Su huella quedó grabada en obras de pavimentación, la construcción de parques recreativos, el arreglo de escenarios deportivos y la adecuación de colegios.

VER: Darío Linero: el declamador que se volvió secretario del Concejo

POLÍTICA QUE SEDUCE

Jaime Alberto Linero Ladino fue un adelantado a su época, políticamente hablando. El contacto con la dirigencia de entonces incrementó su vocación social.

Se codeó con líderes conservadores y liberales, deambuló por ideologías progresistas y libertarias; pero al final de cuentas lo que siempre hizo fue servir.

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A Jaime Alberto Linero Ladino le cayeron del cielo ‘los clavos de la política’.

Después de 12 años de trabajo comunal tomó la decisión de seguir ascendiendo peldaños que le permitieran asumir nuevos y más retos en favor de la gente.

El 30 de octubre de 2011, con 1.172 votos y aval del Movimiento Político Afrovides, se convirtió en concejal de Santa Marta. Repetiría en el 2019.

VER: ‘Los Palacio’ dieron su primer grito de independencia en el Concejo

FÚTBOL Y CRISTO

Jaime Alberto Linero Ladino fue un hombre polifacético. Gustó del fútbol como seguidor y practicante. Tenía buena relación con Dios profesada como cristiano.

A pesar de que entró tarde a la universidad, fue uno de esos afortunados que recibió formación gracias a su dedicación y esfuerzo personal. Era abogado.

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El fútbol y su cristiandad eran facetas íntimas de Jaime Alberto Linero Ladino.

Disfrutaba como ninguno una buena pieza de música vallenata, por algo fue benefactor del Festival Mar de Acordeones auspiciado por el Ministerio de Cultura.

¡Se fue Jaime Alberto Linero Ladino, ‘El Pecas’!, el líder barrial que llevó a lo más alto servirle a la gente. Su estilo llano, cordial y sencillo se queda con nosotros.

VER: Los nuevos y los que repiten en el Concejo de Santa Marta

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Nota: Este es un espacio de opinión abierta y de participación. Las posiciones aquí presentadas son responsabilidad exclusiva de cada autor y no necesariamente representan o dirigen el curso editorial o la filosofía de codigoprensa.com


Esta semana fue noticia una nacional la clausura de una iglesia en Santa Marta. Los feligreses se encontraban reunidos en un espacio pequeño no adecuado, sin medidas de protección e involucraron niños y personas de avanzada edad. Inmediatamente se puso sobre la mesa el debate acerca de la viabilidad de reabrir los lugares de culto y los aparentes peligros que pudieran rodear tal decisión.

Hay varias cosas que deben considerarse al respecto, sobre todo porque no se trata de un tema menor. Si bien, las iglesias no conforman un rubro importante en la economía, sí son una expresión ligada a la libertad individual que no puede ser ignorada.

Lo primero que debe mencionarse es que en su gran mayoría las iglesias han transicionado con éxito a la virtualidad temporal. Los centros religiosos de la ciudad, incluyendo la Catedral Basílica, adaptaron los púlpitos y los convirtieron en improvisados estudios de grabación, unos más sofisticados que otros pero en general, por alrededor de cuatro meses los templos han estado vacíos.

Debe dejarse también en claro que la actitud irresponsable de estas personas que se encontraban reunidas, no se dio por el hecho declarado de ser parte de una iglesia o en razón de una directriz de fe que así lo demande, ellos particularmente actuaron movidos por una deliberada falta de cautela y juicio.

Esta no es la prueba de una revuelta sistemática por parte de las iglesias ni tampoco una iniciativa que desconozca la importancia del momento que estamos atravesando; sin embargo, si debe admitirse con la mirada al piso que el singular ejercicio de la fe en algunas personas en ocasiones termina comprometiendo su integridad y también la de otros al mismo tiempo que la reputación y la percepción generalizada, nada nuevo debajo del sol, pero esto no debe de ninguna manera ser el rasero con el que se mida todo el sentir religioso de una sociedad.

Me temo que este hecho ha sido capitalizado no como un caso particular y de naturaleza singular sino como si fuera la prueba reina de lo que sucede con la iglesia en general, una apreciación a mi juicio injusta, debo decirlo firmeza.

Las autoridades han asumido erróneamente que ordenar la reapertura de los lugares de culto implicaría que los miembros de las iglesias correrán en forma desaforada y por encima de toda ley de cuidado cuando en cuatro meses no ha sucedido así. Estos parecen ignorar además que los miembros de comunidades religiosas son parte de una sociedad familiarizada con las restricciones vigentes en todos los sentidos. En efecto, no se trata de personas que han estado encerradas sin ningún contacto con el mundo exterior durante toda la pandemia y que ahora están esperando el momento para salir de sus casas con las barbas largas y el pelo desgreñado a reunirse sin control.

¿Pero qué hace de las iglesias un caso tan especial? Esa es una pregunta interesante sobre todo si se ve a la luz de que junto al sector de la aviación han sido los más resistidos por personas cercanas a peculiares ideologías políticas. Pero no quiero sembrar ninguna suspicacia, por favor siga leyendo.

Esta semana, por ejemplo, el New York Times publicó un articulo en el que alegaba que un mes y medio después que el presidente Trump ordenara la  reapertura para iglesias, la afectación es de 650 casos relacionados con actividades religiosas en todo el país. Si, leyó bien, ¡650! incluyendo retiros y campamentos, —algo fuera de lugar por demás— Eso representa el 0.02% del total de infectados en Estados Unidos; sin embargo, fue presentado como una noticia catastrófica. Es interesante que tales estudios y evaluaciones no se han hecho para otros sectores que han estado en ejercicio pleno inclusos desde el inicio de las medidas. Pareciera como si los únicos con la facultad potencial de violar las reglas fueran los creyentes.

Por otro lado, a la fecha en nuestro país otros sectores funcionan con protocolos menos exigentes que aquellos que están dispuestos para los lugares de culto, aunque, en contraste con esos otros sectores, las iglesias cuentan con un demográfico mucho más uniforme, responden a un liderazgo y mantienen relaciones de interacción más definidas, algo que sin duda resulta ventajoso a la hora de pensar en la implementación de reglas de control y protección.

Sumado a todo esto hay una sensación de ambigüedad o falta de precisión en la información.  Mientras el presidente ordena la reapertura, bajo protocolos en municipios con baja afectación, los alcaldes en definitiva son los encargados de autorizarlo, decir sí o no a dicha reapertura. Se esperaría que los afectos religiosos de la alcaldesa pudieran tener al menos una incidencia en manifestar una determinación; por supuesto, no se trata de esperar que sancione por encima de la medida de sensatez y la calamidad que ahora enfrenta la ciudad, pero si que ponga fin al limbo de opinión que rodea este asunto. Uno esperaría que la primera autoridad hable.

Finalmente, el fervor religioso es inherente a la libertad, algo que debe ser garantizado de la misma manera que se garantiza el derecho a ejercer una actividad laboral. Por supuesto, en circunstancias especiales como las que vivimos, dichos derechos no deben sobrepasar la frontera de modo que ponga en peligro la libertad de otros; es por eso que lo que se pide no es que se autorice el ejercicio inmediato y no restringido de la fe, sino que se abra una ruta a la reapertura bajo lo ya establecido como reglas para salvaguarda de salud y la vida.

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Dicen que las cosas malas vienen de a tres y en Tasajera esto se escucha en las calles. Marginados que por años han remado contra la pobreza, viven de lo que la carretera da, pero está solitaria por causa de la pandemia y como si de una paradoja se tratara, fue la misma carretera la que esta vez les quitó cuando la explosión de un camión  acabó con la vida de más de 20 personas mientras otros todavía se debaten entre la vida y la muerte. 

La noticia fue el gatillo que detonó la opinión del país. Desde la inhumanidad disfrazada de burla hasta el discurso político revanchista.

El arte de buscar culpables rápidamente dibujó sus primeros trazos, un camino que apuntaba a un solo lugar: el trono del Estado. 

—Si el gobierno diera salud y educación ellos no tendrían que salir a robar gasolina  —o lo que sea que se salga de la carretera— en un carro siniestrado.
—La tragedia es culpa de la corrupción y de los que se han robado el dinero por años. 

Estos eran los gritos de, probablemente, genuina indignación que se escuchaban desde las tribunas de las redes sociales y el que a su vez fue arengado por algunos incendiarios con micrófono.

Quiero dejar en claro que estoy de acuerdo en que la corrupción es un problema real y que el robo de recursos públicos es el cáncer de nuestro país; sin embargo, me preocupa lo que pueda estar detrás de este discurso. Pareciera leerse entre líneas que si no hubiera pobreza entonces tampoco la necesidad de salir corriendo a robar, sin importar el peligro, lo que sea que se presente como oportunidad. Se parece al del hombre acusado por maltratar a su mujer hablando de que a él no le gusta como ella cocina. Como ven, puede que no sea una justificación directa del delito, pero sí un razonamiento que desemboca en su convalidación.

Este discurso es a su vez parte de esa sistemática romantización de la pobreza que acompaña la dialéctica de la desigualdad y la llamada brecha de las oportunidades. Un discurso que sienta al Estado en un trono como si fuera dios y le exige como a un todo poderoso benefactor que debe garantizar que todos tengan lo suficiente, bajo la amenaza de que si no sucede entonces el delito estará a la puerta con todo el respaldo de un seudo-tribunal moral conformado por indignados.

Hay varios problemas con esto. Por un lado, se crea una línea paralela de justicia, tal vez no una penal en el sentido práctico, después de todo robar es robar, pero sí una especie de  justicia moral social, una que se ejerce en los tribunales de la opinión y que sentencia a placer lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo sancionable y lo que no y sin importar lo irracional que pueda llegar a ser.

El otro problema es acerca de no ver el verdadero problema. La gente que roba un camión siniestrado no lo hace amparada en la realidad factual de su pobreza, lo hace por una condición moral extraviada. Esa es la razón por la que los más grandes ladrones de nuestro país visten de lino y viven en lujosas mansiones, porque no es un asunto anclado al contexto económico necesariamente. 

Si tan solo podemos probar que existen pobres honorables, eso sería suficiente para derribar el discurso.  O para no ir tan lejos, si tan solo podemos demostrar que en Tasajera hubo personas que decidieron no acercarse al camión, no solo porque era peligroso sino porque no era correcto, entonces eso sería suficiente.

No quiero ignorar el hecho de que es posible que las personas en condición de pobreza y pocas oportunidades de educación estén más expuestas al delito que alguien en un contexto opuesto, pero eso no hace que deje de ser un problema moral y ético en lo que el contexto es solo un catalizador.

Soy consciente que esto es algo que no estamos dispuestos a admitir con la facilidad que se requiere. La moralidad se ve cada vez más perdida en el relativismo propio de la época, pero las consecuencias de este extravío son inminentes. Podemos apartar la cabeza y culpar a una vaca si se prefiere, pero no evitaremos que esta realidad nos siga explotando en la cara. 

Como ven, esta no es tanto una discusión político-económica como antropológica; pero hablar de eso no genera opinión, no vende. Un político que habla de las responsabilidades individuales, no es popular, por eso sus discursos giran al rededor de hacer ver el problema como un mar de injusticias contra la colectividad en las que solo ellos pueden ser mesías y salvadores; pero es la rueda girando, ellos mismos actúan movidos por la misma falta de moralidad. Un corrupto que dice que la corrupción es el problema y que él es la salvación es un perro que persigue su propia cola. 

En Tasajera hay pobreza marginal por causa de la corrupción rampante. En Tasajera saquearon un camión de gasolina siniestrado con un desenlace trágico. Estas son dos hechos concretos, dos realidades innegables que están relacionadas  pero no necesariamente por razones de causalidad.

La relación es que ambas tragedias descansan en una profunda crisis moral con alguna diferencia; la corrupción es orquestada por hombres que viven en mansiones y pasean en yates mientras que los saqueos los ejecutan personas que viven en casas de madera sobre agua salada y basura, y esta es precisamente la razón por la que un político corrupto no es la panacea y su retórica no es más que eso, retórica.

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Es un viernes de pascua en la Jerusalén del primer siglo, Poncio Pilato, el perfecto de la gran provincia Romana de Judea tiene a su izquierda a un sedicioso, ladrón y homicida; a su derecha, agobiado por el peso de una gran carga, un carpintero galileo acusado por las autoridades religiosas judías de querer ser rey y oponerse a César, curiosamente sin el apoyo de ni un solo seguidor. La multitud exacerbada está esperando una sentencia por parte de quien, en ese momento, fungía como juez.

Pilato tenía amplia evidencia y convicción de la inocencia del galileo, no había ninguna falta que fuera meritoria siquiera del más mínimo azote; sin embargo, contra todo lo que pudiera esperarse de un juez, este pregunta a la multitud exacerbada —¿a quién quieren que deje en libertad y qué quieren que haga con el otro? —Danos al ladrón, —dijeron — y al otro, ¡crucifícale!

El inocente fue sentenciado a la flagelación y la cruz mientras que el culpable fue absuelto.

Este juicio pasó a la historia como el más injusto del que jamás se tuviera registro, pero Pilato sería recordado como un pusilánime de tamaño estratosférico.

Esto es al mismo tiempo la prueba de que la voz del pueblo no siempre es la voz de Dios, que la democracia incitada por el odio es un loco con una escopeta, y que no puedes ser fiel a las convicciones individuales y agradar a la muchedumbre al mismo tiempo.

El 28 de junio no estaban un ladrón y un galileo en el banquillo de los acusados, pero si la primera mandataria de nuestra ciudad decidiendo entre la coherencia con sus convicciones y la fidelidad a su militancia política, entre la rígida e intransigente fe cristiana y el siempre dinámico progresismo, entre un arcoíris en honor al orgullo LGBTI+ o el recordatorio del trato del Dios de la biblia con Noe después del diluvio.

Ya sabemos quien ganó. El 28 de junio el palacio de gobierno de esta ciudad amaneció vestido de varios colores.

Espero que no me malentiendan; no estoy haciendo un juicio moral. No busco en este escrito hacer defensa de un sistema, aunque en efecto suscribo uno. No, la cuestión es acerca de la coherencia, esa virtud tan escasa hoy. Algunos la llaman acertadamente integridad; la capacidad para mantenerse en el tiempo sin divisiones, unido en su estructura, sin pliegues.

Todo lo que un individuo es y hace se sostiene en eso. La integridad o la coherencia es no negociar los pilares que sostiene las convicciones, bajo ninguna circunstancia. Respeto profundamente a hombres con los que no estoy de acuerdo o no compartimos las mismas ideas, pero que son capaces de mantenerse como una pieza hasta el fin de sus días. Sus juicios son siempre coherentes con sus sistema de valores, como pueden ver, esta es una virtud objetiva.

No podría confiar en el discurso neoliberal de Álvaro Uribe mientras viste una camiseta con el rostro del Che Guevara o en las promesas asistencialistas de Gustavo Petro con Milton Friedman en el pecho. No puedo confiar en quien proclama el cristianismo desde el estrado, pero luego clava el puñal a sus fundamentos culturales.

El cristianismo es una cosmovisión de filiación directa, es decir, cuando alguien se identifica públicamente con ella, carga sobre sus hombros el peso de su sistema de valor, automáticamente. Sucede casi igual con cualquier sistema religioso. No así con las filiaciones políticas o filosóficas las cuales suelen ser más indirectas y flexibles. Esa es la razón, por ejemplo, que puedes encontrar conservadores políticos y al mismo tiempo neoliberales económicos, y en realidad puedes estirarlo más en algunos casos, la política es dinámica, dicen algunos.

El punto es, la filiación al cristianismo de nuestra alcaldesa es tan pública que fue instrumento de campaña. Algunos púlpitos fueron la palestra de un discurso que promovía el empoderamiento político de la fe. Por fin, como diría el sabio Salomón, el pueblo se alegraría porque gobernaría un justo; pero como el sermón de un fariseo, no sería más que el sacro ruido de un grito que se perdería en el olvido.

Sepa usted, estimada Virna Johnson, que esta coherencia le será demandada muchas veces más tal como ahora; cuando a un lado estén las palabras del mandamiento, no robarás y al otro lado la línea larga al final de un documento con su nombre debajo para firmar un inflado contrato de adición presupuestal. Cuando a un lado pueda leerse no darás falso testimonio y al otro una declaración pública a los medios que esconde lo que algún día saldrá a la luz.

Esta coherencia le será demanda los próximos tres 28 de junio que restan, cuando de nuevo, el trapo colorido esté a un lado y al otro lado el libro negro  con cubierta de cuero y páginas de borde dorado. Cuando a un lado esté el carpintero galileo y al otro un ladrón sedicioso.

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La inexistencia de parqueaderos, la carencia de espacio para el público, la ausencia de baterías sanitarias y un sistema de eliminación de residuos sólidos y líquidos, y las pésimas ventas; están llevando al colapso a este sector comercial.

A comienzos de este mes nadie se imaginó lo que iba a suceder 30 días después con la reubicación de la inmortal ‘calle de los jugos’ de Santa Marta.

Instalada desde los años setentas en el cruce de la Calle 16 con Carrera Quinta, fue trasladada a la Carrera Sexta en una especie de ‘mientras siempre’.

Si usted no encuentra parqueadero, se le desapareció el andén o no tiene un servicio de baño; usted se encuentra en la actual ‘calle de los jugos’ samaria.

Allí venden jugos de todo tipo de frutas: tropicales, cítricas y estimulantes de la masculinidad y la fertilidad; además de buñuelos y el insigne ‘perro cebollero’.

Los comerciantes informales de esta zona, pensaron que la nueva locación, por lo menos, les ofrecería los mismos beneficios que la antigua. ¡Craso error!

La Alcaldía de Santa Marta, sin planeación alguna y pasando por alto los parámetros de relocalización, está llevando a la miseria a estas personas.

En dos turnos de trabajo, los 18 vendedores de esta calle, se quejan de los pésimos resultados económicos y sufren los reclamos de la vieja clientela.

Hoy por hoy, la ‘calle de los jugos’ es el peor sector en materia de movilidad en Santa Marta y a partir de las 6:30 de la tarde, el más, ‘densamente poblado’.

La velocidad de desplazamiento de los vehículos ha disminuido en un 40 % lo que conlleva a producir atascos de hasta media hora que irritan a la gente.

Toda el área luce como un tugurio o una favela brasilera. El cliente se disputa con fiereza y el acoso en busca de una venta es una situación recurrente.

El problema ya no solamente está identificado en la Calle 16, se ha extendido a la Carrera 6 donde antes, solamente funcionaba un local de comida rápida.

Y aunque parezca anodino, el gran anhelo en la ‘calle de los jugos’ de Santa Marta, es que haya orden. ¡El alcalde Rafael Alejandro Martínez tiene la palabra!

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En la ciudad de la magia, el mar es digno de contar historias maravillosas, por eso bucear es una de las actividades que los extranjeros prefieren y que los samarios comienzan a atreverse a experimentar.  Les presentamos el centro de buceo Aqua Sport aliados para vivir esta experiencia.

¡Santa Marta es maravillosa! Se disfruta su cielo con increíbles atardeceres, sus montañas y la playa, pero debajo del mar también hay una riqueza increíble, que sólo buceando se puede descubrir.

La aventura, la adrenalina y los jardines de bellos corales sumergidos en las privilegiadas playas de Santa Marta, hacen de esta actividad una experiencia inolvidable.

Sin embargo para vivirla es necesario comenzar junto a un experto, el Centro de buceo Aqua Sport se ha convertido en el mejor aliado de quienes se atreven a explorar el mar.

Como un cómplice y amigo que lleva de la mano a su compañero para que llegue a la meta se han especializado en convertir turistas animados en grandes aficionados del buceo.

¡CON TODO PARA VIVIR LA MEJOR EXPERIENCIA!

Lo más importante para vivir una experiencia inolvidable es contar con los equipos necesarios para sumergirse, sintiéndose seguro y en las manos de profesionales.

Aqua Sport cuenta con una lancha de lujo, equipos para buceo en perfecto estado, compresor, tanques y un equipo de instructores, dive master y guías calificados.

Además son pioneros en pesca artesanal y ofrecen la mejor línea de servicio en artículos de pesca y buceo y pueden proporcionar lanchas de lujo para disfrutar las playas del parque Tayrona.

Aqua Sport es un Dive Center PADI autorizado, es decir, validado por una organización líder mundial de entrenamiento de buceo que ofrece todas las garantías.

LO QUE PUEDES DISFRUTAR

Los aventureros pueden comenzar la experiencia con snorkeling, observando peces y corales a una baja profundidad, apreciando la vida marina y sólo necesitan aletas, careta y snorkel facilitadas por el centro de buceo.

También pueden hacen un minicurso de buceo, que si bien no lo convierte en alguien certificado, es una introducción rápida y fácil de lo que se necesita para explorar el mundo submarino.

aqua 1Los que se atreven a hacerlo conocerán el equipo para bucear, las técnicas para respirar bajo el agua y las formas de comunicarse debajo del agua.

Y para los que ya conocen la experiencia y quieren disfrutarla en Santa Marta Aqua Sport les ayudara con sus equipos, señales, ejercicios y procedimientos en sus inmersiones.

DATOS DE CONTACTO

  • Tel (57 5) 422 3739
  • Tel / Wsp: (57) 301 447 8716 | (57) 350 789 1628
  • Sede Principal (Rodadero) Centro Comercial La Mansion,Cra. 4 #11A-189 El Rodadero, Santa Marta
  • Sede centro HistóricoCra 19 # 3-113 Peatonal Parque de los Novios
  • Email: centrodebuceoaquasport@hotmail.com
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Esta campaña propone ayudar a la institución con su infraestructura y academicamente.

El Liceo Celedón, plantel educativo de renombre histórico en el Magdalena Grande está convertido en vivienda de habitantes de la calle, sanitario para inmigrantes y lugar para consumo de sustancias psicoactivas.

Por eso nació la idea de que el mes de marzo se constituya el mes del Liceo Celedón; esta institución viene en un proceso de resurgir que involucra un mejoramiento de la infraestructura y de sus procesos académicos.

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Para mejorar esta emblemática institución se hace esta campaña. Primera fase.

En lo que hace referencia a la infraestructura se ha venido haciendo por fases, están ad portas de terminar la segunda fase que es todo lo que tiene que ver con la renovación del edificio.

La rectora Gloria Larios confirmó que la comunidad educativa está a la espera de que inicie la tercera fase que comprende toda la parte del urbanismo, la parte del exterior.

¡UN NUEVO RENACER!

Como el edificio es considerado monumento nacional, intervenirlo requiere un permiso del Ministerio de Cultura, y a las directivas les preocupa que se ha demorado la expedición de ese permiso.

El exterior se sigue viendo deteriorado lo que aprovechan los habitantes de la calle e inmigrantes para alojarse, y usarlo como sanitario público generando sensación de inseguridad a los estudiantes.

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Las directivas, padres de familia, docentes y estudiantes convocan al comercio, o amigos solidarios para que aporten para pintar los muros externos del Liceo, cerrar algunos espacios que se han derrumbado por el paso del tiempo.

Se necesitan materiales, pinturas, ladrillos, arenas, cemento, varillas entre otras cosas, toda persona que quiera sumarse a esta campaña para que ayuden, mientras inicia esta tercera fase, pueden dirigirse al colegio.

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